"¿Qué pasa en la cumbre? Ni idea"
El primer día cenaron solomillo, pero el segundo lo compensaron con un menú más ligero. Cuando el ambiente era especialmente informal -la palabra favorita de la Casa Blanca en los primeros días de la cumbre-, los cocineros de Camp David incluso montaron una sabrosa "barbacoa Mediterránea". Queda para la fantasía la imagen de Bill Clinton, Ehud Barak y Yasir Arafat en torno a esa parrilla que tanto define el estilo de vida americano. Si esto era noticia, esto fue Camp David. En los últimos ocho días, de las ruedas de prensa de los portavoces presidenciales o del Departamento de Estado -un mínimo de tres al día, habitualmente- sólo salió la confirmación del menú. Los anfitriones pidieron y prometieron silencio; lo que ahora puede debatirse es si esa política sirvió para algo.
Según la teoría de quienes organizaron la cumbre entre palestinos e israelíes, uno de los elementos clave para evitar la discordia era construir un muro informativo: ni los periodistas especularían con declaraciones ni los negociadores se sentirían obligados a ir retransmitiendo sus victorias o sus miserias. El secreto protegía a Barak de los más conservadores, y a Arafat, de los más integristas.
Hubo un error de cálculo, que es extraño si se tiene en cuenta que fue en Washington donde nació la expresión spin doctors (así se denomina a los colaboradores de los políticos que ayudan a los periodistas a interpretar los hechos de una manera determinada): cada delegación aterrizó con un regimiento de asesores deseosos de explicar a los periodistas cada momento de la negociación. En muchas ocasiones, atravesar el centro de prensa consistía en esquivar las ofertas de supuestas "fuentes fiables".
Después, de manera insólita, fue el propio Clinton quien rompió el silencio pactado con unas declaraciones a un diario neoyorquino. Los portavoces de la Casa Blanca repartieron de mala gana la trascripción de esa entrevista. Al final, llovieron las intoxicaciones y escasearon las informaciones, lo que no pareció haber sido del todo positivo: la falta de noticias hizo que algunos periodistas con tiempo libre lo emplearan en sacar conclusiones de las fotos oficiales. "¿No tiene Barak un gesto sombrío?", le preguntó uno de ellos al portavoz. "Será porque echaron al fotógrafo", respondió el portavoz de la Casa Blanca, Joe Lockhart.
Al final, el muro de silencio sólo demostró su eficacia en sentido contrario: la esposa de uno de los negociadores palestinos trató de ponerse en contacto con su marido para contarle cómo había ido la operación de cataratas a la que sometieron a su hija. Pero no le pasaron la llamada.
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