Cinismo y extranjería
Solamente desde una carencia de honestidad es explicable la postura del Gobierno español ante la llegada de inmigrantes del Tercer Mundo. Debatir leyes de extranjería, reformas a la misma o mostrar indignación ante las mafias que trafican con personas resulta inmoral si tenemos en consideración el comportamiento de nuestro país ante la política y la economía internacionales.Segun datos de Amnistía Internacional publicados en mayo de 2000, España ha vendido armamento a Sierra Leona desde 1992 a 1999 por un valor de 39 millones de pesetas, actividad que continuó a pesar de que el país se estuviese desangrando en plena guerra. Otros 60 países, de los que 50 son del llamado Tercer Mundo, dejan unas ganancias a "nuestra industria" armamentista de 80.000 millones de pesetas anuales.
Cuando las autoridades se planteen la repatriación de los inmigrantes "ilegales" que escapan del hambre y de la guerra: ¿analizarán si las empresas públicas y privadas que fabrican y venden armas desde nuestro país han contribuido a la tragedia de esas personas? ¿Incluirá la Ley de Extranjería la responsabilidad civil subsidiaria del Estado español? Si España y el resto del Primer Mundo asumen las consecuencias de sus acciones tendrán que restituir a muchos inmigrantes unas vidas destrozadas, además de trabajos, viviendas y otros derechos humanos fundamentales sin exigirles papeles a cambio. El embargo en la venta de armas que la ONU impuso a Sierra Leona en 1997 o la explosiva situación en Indonesia no fueron suficientes motivos para que España pusiera trabas a esas ventas de armas por el bien de la población civil. Si contribuimos a convertir el planeta en un infierno, acostumbrémonos a que las víctimas lleguen en avalanchas a nuestras costas huyendo de él.- Gerardo Rodríguez García. Úbeda, Jaén.
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