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Entrevista:Gerhard Schröder - Canciller de Alemania

"Hemos puesto en marcha cambios radicales"

Pilar Bonet

El canciller alemán, el socialdemócrata Gerhard Schröder, hace balance de sus dos años al frente del Gobierno cuando se cumple el primer aniversario del traslado de Bonn a Berlín de la sede del Ejecutivo. Considera que el país ha salido del atasco en que lo había dejado su predecesor, Helmut Kohl; resalta como logro importante la participación de tropas alemanas en la crisis de Kosovo y defiende la coalición del SPD con Los Verdes.Alemania está superando el reformstau (el inmovilismo antirreformista o el atasco de la reforma) y se mueve por fin en un amplio frente que va desde el sistema de impuestos al de pensiones, pasando por la legalización de la convivencia entre personas del mismo sexo. En vísperas del formidable triunfo en el Bundesrat (cámara de las regiones), que aprobó la reforma fiscal, Gerhard Schröder hizo balance de sus dos años de Gobierno en una entrevista con seis periódicos europeos, entre ellos EL PAÍS.En política exterior, el canciller se distancia de la propuesta de su ministro de Exteriores, Joschka Fischer, para crear un puesto de presidente de la Unión Europea (EU) elegido por sufragio universal, y opina que la idea lanzada por el jefe de la diplomacia alemana responde a su necesidad de reforzar la identidad de su partido, Los Verdes. Para el pragmático Schröder, la política exterior debe dejar claros los intereses económicos de Alemania.

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Pregunta. Hace un año que el Gobierno alemán se trasladó de Bonn a Berlín. ¿Qué efecto ha tenido este traslado para Alemania?

Respuesta. Tras la unificación, Alemania ha crecido y ha ganado desde los puntos de vista cultural y político. Berlín es la expresión de esta Alemania que ha crecido, pero no ha transformado el país. En los últimos dos años, nosotros hemos cambiado muchas cosas en política interior y exterior, aunque en este último campo hemos procurado mantener la continuidad.

P. El primer año de su legislatura ha sido malo, pero en el segundo le está yendo mucho mejor.

R. Siempre sucede lo mismo cuando llega al poder un nuevo gobierno. [El canciller socialde- mócrata] Helmut Schmidt dijo en una ocasión que sólo se puede juzgar a un Gobierno tras un año y medio, y hace poco ha emitido una opinión muy positiva ante el grupo parlamentario del SPD [Partido Socialdemócrata de Alemania].

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P. Usted comenzó su mandato como modernizador. ¿Cree haber estado a la altura de su propósito?

R. Creo que hemos estado a la altura de nuestras pretensiones. Hemos realizado o puesto en marcha cambios radicales en el campo de las políticas económica y financiera, y también en lo que se denomina la superestructura política de la sociedad y en el marco de la vida social. Me refiero a la modificación del derecho de ciudadanía y a la búsqueda de una fórmula para que personas del mismo sexo puedan convivir en base a una forma legal razonable. Hemos impulsado una reforma fiscal que tiene en cuenta la demanda, es decir, los ingresos de la población. Hemos contribuido, por medio de nuestra política fiscal y de gastos, al primer aumento de los sueldos reales que se da en Alemania desde hace mucho. Ahora tenemos que hacer que los empresarios sean más competitivos. Además, la imagen internacional de Alemania ha cambiado profundamente. Alemania vuelve a ser un destino para los inversores, también los extranjeros, lo que se debe a las medidas que hemos emprendido y las que vamos a emprender. Estamos preparando una reforma de las pensiones que complementará el sistema de contribuciones actual con el principio del respaldo a base de capital. Estos proyectos me permiten decir que el reformstau se ha disuelto en Alemania. Cuando se quieren introducir cambios radicales hay dificultades y se produce inseguridad en el propio electorado, pero, en política, si uno pretende que todos lo amen, acaba convirtiéndose en un cero a la izquierda.

P. ¿Nota usted oposición en sus propias filas o en las de los sindicatos?

R. Es normal que en un partido tan grande como el SPD haya contradicciones en uno u otro punto. Lo importante es llevar a cabo nuestras ideas, y hemos probado que podemos hacerlo en nuestro partido, en el grupo parlamentario y en la coalición. En cuanto a los sindicatos, jamás los vi como una prolongación de mi Gobierno o de la socialdemocracia alemana. Tenemos una relación constructiva que se basa en una comunidad de valores, pero que también puede producir distintos puntos de vista y distintos proyectos de reforma.

P. ¿Qué hará en los próximos dos años?

R. Tenemos por delante dos difíciles reformas, la de los impuestos y la de las pensiones. Tenemos que resolver el problema de las pensiones para que en el año 2020 o 2030, los mayores tengan suficiente seguridad y los jóvenes puedan pagar las contribuciones. Esperamos que la oposición respete una buena tradición alemana y decida conjuntamente con nosotros sobre la estructura del sistema de pensiones. Además, tendremos que estructurar legalmente el acuerdo con la industria sobre el abandono de la energía atómica.

P. La oposición ha dicho que anulará este acuerdo.

R. No le daremos ocasión. La ley estará redactada de tal manera que no necesitará pasar por el Bundesrat y, además, lucharemos para mantener nuestra mayoría en el año 2002.

P. ¿Es la coalición rojiverde una fórmula de éxito?

R. Creo que se puede hablar de una coalición que tiene éxito tanto a nivel gubernamental como en los länder con coaliciones semejantes. Por eso, no tengo el más mínimo motivo para pensar en alternativas. En la crisis de la Unión y en la puesta en práctica de las reformas, esta coalición ha demostrado que es estable.

P. En lo que a contenidos se refiere, ¿se siente usted más cerca de Los Verdes o de los liberales?

R. Yo soy un socialdemócrata y tengo un compromiso con los ideales socialdemócratas. Mi tarea es convertir en realidad estos ideales, y para ello hace falta poder para gobernar, y, si no se puede gobernar solo, hace falta un socio de coalición que tenga suficiente estabilidad y con el que se puedan poner en práctica la mayoría de las ideas socialdemócratas. En mi opinión, Los Verdes son ese socio ahora.

P. Usted da mucho valor a la participación de los trabajadores en la empresa. ¿Cree usted que los sindicatos tienen dificultad para acostumbrarse a los trabajadores-accionistas?

R. Ya no. La falsa creencia de que la participación creaba dependencia está hoy superada. Los sindicatos tienen un gran interés en diversas formas de participación. Una economía moderna debería procurar la máxima participación social en la multiplicación del capital. El hecho de que los sindicatos defiendan la idea de participar en el bienestar material significa que se ha superado el lastre ideológico, que yo conozco muy bien, de mi época en las Juventudes Socialistas.

P. ¿Está a favor de aprobar una ley de emigración en esta legislatura?

R. Estoy a favor de que se regule el tema en Alemania. La forma me importa menos que el contenido. He logrado dar un impulso a la discusión sobre la necesidad de permitir una cierta emigración y ello ha cambiado totalmente el debate sobre el tema, también en los partidos conservadores. A veces me sorprende la energía con la que discuten sobre la inmigración quienes llegaron a hacer campañas electorales con el lema "fuera los extranjeros". La comisión formada bajo la dirección de Rita Süssmuth, la ex presidenta del Bundestag [Parlamento], debe juzgar sobre cuestiones de contenido y de forma y creo que estamos en el buen camino. El Gobierno examinará las conclusiones de la comisión y luego actuará. No sé si esto puede suceder en esta legislatura o no. No quiero anticipar los resultados de esta comisión ni presionarla.

P. Pero usted quería un debate limitado a los expertos en ordenadores.

R. No. Yo quería conseguir lo que he conseguido. Yo quería cambiar las características de un debate que me era desfavorable y que tenía rasgos xenófobos. He conseguido que los partidos conservadores renuncien a sus posiciones de antaño. Eso es un éxito. Veremos si se mantiene. Un país como el nuestro, que ha llegado a acoger al 60% de los refugiados de Europa, se ha ganado el derecho a permitir la entrada de las personas que necesita y no sólo de aquellas que están en dificultades. Procuraremos que lo uno no se utilice en contra de lo otro.

P. ¿Se siente usted suficientemente experimentado en política europea?

R. Estoy orgulloso de haber logrado que las perspectivas financieras hasta 2006 quedaran fijadas en la Agenda 2000, y eso que no estaba nada claro que fuera factible. Los conflictos que aguantamos aquella noche , interpretados de forma muy consciente, por no decir exagerada, por uno u otro país. No quiero nombrar a nadie. Llegar a un acuerdo fue un éxito redondo. Además, en un par de meses hemos cambiado radicalmente la política alemana, al participar en la guerra de Kosovo, lo que rompió el tabú vigente durante 50 años que impedía a las tropas alemanas participar en misiones de paz en lugares donde el Ejército alemán hubiera estado durante la II Guerra Mundial. Mi Gobierno puede estar satisfecho de lo que ha hecho en el campo de la política europea.

P. ¿Se parece usted más al francés Lionel Jospin o al británico Tony Blair?

R. Soy el Gerhard Schröder alemán. A los 56 años cumplidos, no quiero aparecer como la copia de nadie.

P. ¿Cuál ha sido la decisión más difícil de estos dos años?

R. Participar en la guerra de Kosovo. Medité largamente sobre esa decisión. Fui presidente de las Juventudes Socialistas, y si Helmut Schmidt hubiera tomado una decisión como ésta, yo me hubiera opuesto. Por eso, también entendí que en la sociedad existiera oposición contra mí.

P. ¿Y lo que le causa más satisfacción?

R. Haber conseguido que la coalición rojiverde esté cada vez más unida. Nuestra asociación es muy difícil por el amplio espectro de opiniones que representamos. Pero hemos hecho un enorme progreso en unidad y profesionalismo.

P. ¿Quiere Alemania un número de votos mayor que otros grandes países europeos en el Consejo de la UE?

R. El ministro de Exteriores, Joschka Fischer, y el presidente francés, Jacques Chirac, han impulsado la discusión sobre Europa en nuestras sociedades. Éste es el momento de dar pasos hacia las visiones expuestas por ambos. Esto supone que, en los próximos meses, Alemania deberá aplicarse al máximo para que la presidencia francesa sea un éxito. En ella deben resolverse los temas pendientes de Amsterdam, además del tema de la flexibilidad. Tenemos buenas posibilidades de lograrlo, si no comenzamos ahora nuevas discusiones que nos desvíen de estos temas. La pregunta sobre la reponderación de voto debe contestarse en este marco. En una UE ampliada, los grandes países como tales no deben poder quedar en minoría a la hora de votar. Esto no sería bueno para Europa en su conjunto, y los pequeños países tampoco lo desean. En la reponderación de voto de los grandes, tendremos que discutir el principio del número de habitantes, pero creo que este tema es más un problema político que matemático y, por eso, estoy seguro de que lo podremos resolver con la presidencia francesa. Se puede partir de las matemáticas o de la demografía para llegar después a una solución política.

P. ¿Tiene Gerhard Schröder una visión europea?

R. Creo que se debe continuar reflexionando en la dirección indicada por Fischer. Mi tarea ahora es encarrilar el proceso de ampliación. Para ello es necesario que la presidencia francesa tenga éxito. Y a ello aplico mis fuerzas. He tomado nota de la última propuesta del ministro de Exteriores sobre presidencia europea. Yo le respeto mucho a él y su capacidad de proyectar el futuro, pero en esta cuestión, Fischer no es sólo un ministro de Exteriores, sino también uno de los políticos más importantes de un partido verde, que necesita reforzar su identidad también en cuestiones europeas. Este tema del presidente europeo es muy visionario. Esta vez, Fischer no ha dicho que hablaba como persona privada, cosa que en la anterior ocasión no hubiera sido necesario, sino que ha hecho una propuesta interesante, como todo lo que él dice, pero que no es mi propuesta. La política europea es uno de los campos en los que quieren perfilarse Los Verdes, y eso es lo que ha hecho el ministro. Su propuesta se inscribe en este ámbito y no es una que vayamos a poner en práctica en el futuro próximo.

P. ¿Quiere usted recurrir al tema Europa en la campaña electoral de 2002.

R. Esta cuestión tan importante no debe convertirse en un tema electoral. No debemos abandonar la buena costumbre de dejar los principios básicos de la política europea [profundización y am- pliación] fuera de la confrontación de los partidos. He criticado la peligrosa posición de parte de la CDU [democristianos] y de la CSU de Baviera [socialcristianos], que quieren convertir en tema electoral la animadversión hacia Europa. Esa mezcla de animadversión hacia Europa y de xenofobia que expresan ahora no sería buena ni para Europa ni para Alemania.

P. ¿Disfruta practicando una política exterior de carácter económico?

R. Disfrutar no es la expresión adecuada. Pero no quiero negar que yo entiendo la política exterior no sólo en sentido clásico. Para mí, la política exterior es también política económica exterior. Considero justo y correcto que, en sus relaciones exteriores, Alemania deje claro que tiene intereses económicos. Nadie nos creería si tratáramos de ocultarlo.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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