Un establo de cinco estrellas
Gurb tiene el primer centro de Cataluña para el descanso de ganado en tránsito
Llegan, bajan del camión, comen y duermen unas horas. Lo que podría ser una definición atípica del funcionamiento de un hotel describe la utilidad del primer centro de Cataluña destinado al descanso de animales en tránsito. Sus principales clientas son terneras procedentes de países del Norte y del Este de Europa con destino a granjas de toda España y que precisan hacer un alto en el camino.El centro de parada para ganado de la empresa Vilarta, situado en Gurb (Osona), cuenta con unas instalaciones que albergan hasta 6.000 animales cada semana, sobre todo terneros de edades comprendidas entre los 15 días y el mes y medio. Tanto por la fragilidad del ganado joven como por la dureza del viaje, que a menudo supera las 48 horas, cada vez se han ido haciendo más necesarios los centros de parada para animales.
En Europa, estas instalaciones son frecuentes en los cruces de las rutas de transporte de ganado. La legislación que regula esta actividad impide los viajes más de 24 horas seguidas y obliga a parar ocho horas cuando se sobrepasa el día de viaje. Es aquí cuando los centros de descanso entran en escena, puesto que los animales tienen que abrevarse y descansar.
El aspecto externo del centro de parada de ganado de Gurb es parecido al de una granja. Unas rampas llevan al muelle de carga por el que cada día pueden pasar cerca de un millar de terneras. Una vez dentro, el ganado pasa a un recinto de espera donde aguardará hasta que suba al nivel donde se le alimenta con un compuesto nutritivo. También en esta parte de la granja hay un recinto para aislar a los animales enfermos.
El propietario de las instalaciones, Lluís Vilaregut, considera que están "cubriendo un importante vacío que existía en el sector". Desde su inauguración hace dos años, el centro ya ha acogido animales procedentes de toda Europa y, en algún caso, ha actuado como auténtico puesto de socorro: "Una vez nos trajeron terneras que iban hacia Marruecos y que no tenían prevista ninguna parada. Llegaron aquí en un estado bastante lamentable", recuerda. Casos como éste, considera Vilaregut, ponen de relevancia que aún existen vacíos legales dentro del sector. Un ejemplo que lo demuestra es la mala situación de la aduana de ganado de la frontera italiana, donde los animales procedentes de países del Este descansan 24 horas. "Los encargados de alimentar a los animales que llegan allí son funcionarios a quienes les da igual si comen o no", denuncia el empresario.
Quienes también piden mejoras en el transporte de animales son los miembros de las asociaciones protectoras de animales europeas integradas dentro del lobby denominado Eurogrupo para el Bienestar Animal. Consol Fina, miembro de su comité ejecutivo, asegura que están "consiguiendo hacer cumplir las directivas europeas pero aún existen deficiencias en los camiones". Instalar abrevaderos y comedoras en los vehículos son algunas de las propuestas de esta organización, aunque quiere llegar más lejos: "Tenemos que conseguir que los animales se sacrifiquen cerca de las granjas y evitar, así, el transporte de larga distancia".
Pero las primeras mejoras ya han llegado: de los 300 terneros que se transportaban antes en cada camión, se ha pasado, salvo algunas excepciones, a 220 o 230, lo que les permite viajar mejor. El propietario del centro de parada de Gurb asegura que los ganaderos son los más interesados en que los animales lleguen bien. "Cada ternera cuesta 70.000 pesetas, sabe?". Por ello no es raro ver a los empleados del centro alimentando a un ternero de 15 días biberón en mano. "Si no quieren comer, hay que empujarlos. Como a los niños".
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