La sang

Expiaban, conjuraban males, agradecían bienes con caliente sangre de víctimas inmoladas. Virgilio en su efusión veía brotar del cuerpo el espíritu vestido de púrpura. El color de la fuerza, del principio y del misterio de la vida. La tierra amasada con sangre divina generó todos los seres, incluidas las plantas y los metales. Los iniciados en los cultos de la madre Cibeles y del solar Mitra eran bautizados con sangre de toros, vivificante, regenerante, proveedora de la abundancia, la felicidad y la fertilidad. Aún, en la Plana Alta, la sangre del bou de foc, sacrificado en el ara del piló, es impuesta en la frente de las doncellas por sus madres.La sangre es la vida -sangs noves, tras el invierno- e incluso corresponde a la energía -aigua de sang, molí de sang- y al calor -el fuego, incluido el del toro embolado, es símbolo de sangre- vital y corporal: la sang, sense foc, bull. Los baños de sangre daban a los héroes la inmortalidad, la misma que trataban de conseguir los griegos para sus difuntos al asperjar sus tumbas; revitalizar la naturaleza buscaban las sangres derramadas sobre tierra y plantas en múltiples flagelaciones sagradas primaverales. Hoy es la fiesta de la Sang, una señal de nuestros origenes, una devoción que arranca con el Regne de València, conservada en Corbera, el Marquesat, Tavernes, Picanya, Dénia... y que llena nuestras ciudades de topónimos en recuerdo de santuarios, cofradías -Sagunt, Llíria, Onda, Alcoi, València, Castelló, Perpinyà- y concordias de azotainas, impulsadas por Vicent Ferrer. No pocos eccehomos y santocristos encubren antiguas Sangs, en definitiva, imágenes de Cristo desangrándose por una fraternal alianza -novi et aeterni testamenti-, memorial que es el núcleo de la eucaristía, con la consagración del vino: el vi fa sang.