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Tribuna:RAÍCES
Tribuna
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Tomemos asiento

Los Repartimientos han servido para que sepamos mucho más de lo que tablas, sillerías y romances nos daban a entender. La historia de los pueblos se venía contando con incendios, con reyertas, con guerras y con rebeldías. Los cronistas habrían ido desgranando sus informes, pero apenas si en ellos encontrábamos algo que valiera para nuestro objeto: Hernando del Pulgar de los nombres de los primeros señores de las ciudades y poco más: "La Reyna, quando sopo que la cibdad de Ronda era tomada (...) mandó dar la tenencia de aquella cibdad a un caballero de su casa que se llamaba Antonio de Fonseca". "Dio cargo de su capitanía mayor de aquella villa a Luis Fernández Portocarrero". "El Maestre de Santiago le suplicó al Rey la tenencia de la villa , Y el Maestre (...) puso por Alcayde en la fortaleza a un caballero de su casa que se llamaba Juan de Céspedes".Ahora sabemos quiénes se asentaron y quiénes fueron elaborando la intrahistoria. Se había cerrado un capítulo y era preciso iniciar otro. La diligencia de la guerra no podía descuidarse en la paz. Por eso el cronista oficial tiene buen cuidado en dejar constancia de las cosas en una página que tiene el valor del nacimiento de una nueva vida: "E mandaron a Juan de Torres un caballero de los que estaban en el contino servicio de su palacio, e al licenciado Juan de la Fuente, Alcalde en su corte, que fuesen a las cibdades de Ronda e Marbella, e a las villas de Cártama, e Cazarabonela, e Setenil, e a las otras villas, e valles e serranías o tierras que se ganaron de los moros, e pusieron términos a cada una, e repartieron las casas y heredades entre los moradores christianos que nuevamente las fueron a poblar".

Estos moradores traían una lengua para comunicarse y la historia explica los hechos pasados y nos ayuda a entender los del presente. Para ello nos han servido los Repartimientos. Las gentes que vienen a establecerse a las localidades estudiadas se distribuyen según unos principios homogéneos en todas ellas, excepto en Comares, donde Francisco de Coalla consigue alzarse con el santo y la limosna. Esto tiene consecuencias inmediatas: el alcalde logra hacer el reparto entre sus paniaguados, con lo que las gentes que en Comares se establecen son de muy otro cariz.

No obstante, la lengua que reflejan esos repartos no es la de los moradores, sino la de notarios y escribas que van de una a otra parte estableciendo el orden que los Reyes quieren. De ahí que nos encontremos en muchas veredas con Juan Alonso Serrano y sus talegas de ejecutorias. Las diferencias lingüísticas que pudiera haber en Comares se encontrarían después, pero no en las hojas de los repartos, y hoy ya no se puede hablar de diferencias. Sin embargo, ellas, las diferencias, constatan y contaban con los viejos papeles: los documentos de Francisco Coalla hablan más directamente de la vida y son testimonios de una realidad que está agonizando y de otra que le ayudará a mal morir.

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