_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El sueño andaluz

Una de las ventajas del incipiente nacionalismo surgido alrededor del Estado de las Autonomías consiste en disponer de un aluvión de informaciones, muchas de ellas de índole misteriosa, relativa a nuestros hábitos y sólo a nuestros hábitos. Este carácter exclusivo o estanco de los resultados estadísticos va creando insensiblemente una sensación de patria o fraternidad entre todas las cabezas que formamos parte de tal ganadería.Los andaluces, por ejemplo, respecto a otros pueblos o nacionalidades, podemos presumir de ensopar más aceite puro de oliva en la ensalada o de disponer de horas de sol por encima del promedio. Las estadísticas en realidad valoran todo, desde la duración de la vida, el calibre del dolor o los minutos de arrobo ante La Luna, pero esa suma de coincidencias -líricas y absurdas, médicas y alimenticias- acaban esculpiendo una quimera nacional que nos dota de una complicidad un poco nebulosa, pero reconfortante.

La Fundación Kovacs, por encargo de una marca de colchones, ha descubierto, tras un sesudo estudio, un enigma inédito en nuestro mapa nacional: la forma de tendernos en la cama para dormir. El asunto no es baladí. Marcel Proust escribió que muchos hijos son fruto de malas posturas en el lecho, pero esta cita tenida por universal pierde sentido, salvo el puramente literario, cuando sabemos que cada comunidad, quizá cada condado o comarca, tiene un estilo propio, vinculado a una manera natural de ser que, a su vez, fructifica en un modo específico de estar. Todo muy en la línea de la filosofía heideggeriana, como se puede apreciar.

Los andaluces, si creemos los datos del estudio, somos un pueblo formado por un 80% de cuerpos yacentes que duermen de lado, y de un 20% que descansa boca arriba que, como se sabe por el dicho de las cartas, es la postura correcta y sincera.

Pero un estudio auténtico no se queda tan sólo en los aspectos evidentes sino que revela datos de las zonas más oscuras, de los pliegues privados del alma. No puedo escribir aquí sin notar cierto pudor que a los andaluces nos duran los colchones catorce años, cuatro años más que al común de España. La diferencia parece escasa pero imaginenemos por un momento que no somos andaluces, sino la base inferior, colchones de andaluces, y que a causa del destino nacional de nuestros amos hemos de soportar cuatro años suplementarios de sueños, de embates amorosos, cuatro interminables años de sudor, de manchas misteriosas, de olor a sueño, de saliva y de muerte, cuatro años resisitiendo el peso de unos cuerpos que se empeñan erróneamente en dormir de costado o boca abajo.

Pero aún más terrible es saber que el 11% duerme con los pies fuera de la cama, quizá porque aún descansan, por culpa de la pobreza, en una litera heredada, o porque a causa de un rubor congénito que ha modelado sus vidas transpiran demasiado.

¡Qué raro, pese a los mensajes festivos que transmite la Consejería de Turismo y Deportes, sentirse andaluz, y peregrinar, hablar o beber como tal! ¡Qué esfuerzo dormir como andaluces!

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_