Bush o Gore decidirán

El Pentágono asume el fracaso del ensayo con cierto bochorno, pero no contempla alterar el calendario de ensayos, que prevé más de una docena de pruebas similares a la de ayer en los próximos cinco años. Sin embargo, la de anoche era la última oportunidad de los militares para demostrar que el proyecto es fiable y que su grado de desarrollo permite ponerlo a punto rápidamente. En un plazo de tres a cuatro semanas, el secretario de Defensa enviará un informe con su recomendación al presidente de EE UU, Bill Clinton. En función de ese informe (que se anticipa favorable al despliegue del sistema) y de su propia valoración, el presidente decidirá, en torno a septiembre, si aprueba o liquida el proyecto militar.

Sin embargo, fuentes de la Casa Blanca auguran una agenda distinta: Clinton podría optar por permitir un desarrollo inicial limitado del sistema antimisiles y dejar la sentencia final en manos de su sucesor. Si eso ocurre, el futuro tiene dos caras. El demócrata Al Gore es partidario, como Clinton, de mezclar la cautela con la diplomacia a la hora de tomar esta decisión. Esa aproximación significa que, incluso en el caso de que el sistema llegara a desarrollarse, sería de forma limitada. Sin embargo, el candidato republicano, George W. Bush, no sólo se ha mostrado partidario del plan, sino de su ampliación sin miramientos, incluso aunque eso obligue a romper peligrosamente el Tratado de Misiles Antibalísticos de 1972.