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Estados Unidos reconoce su completo fracaso en el nuevo ensayo del escudo antimisiles Rusia confía en que el fallo de la prueba suponga la retirada del proyecto de Clinton

A las dos de la madrugada de ayer, hora de Washington, el Pentágono reconoció el fracaso: "Fallamos. Estamos decepcionados", dijo el portavoz. El ensayo militar del nuevo sistema de defensa antimisiles -la prueba final de la que depende en buena medida la puesta en marcha de este polémico paraguas nuclear- acabó convertido en un fiasco plagado de retrasos por errores de última hora que culminaron en el peor de los resultados: el Pentágono fracasó, tiró a la basura los 100 millones de dólares (17.500 millones de pesetas) que costó el despliegue y puso argumentos en bandeja a los detractores.

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A las 0.19 de la madrugada del viernes al sábado (seis horas más en Madrid) se lanzó un misil Minuteman con dirección al Pacífico desde la base de la Fuerza Aérea de EE UU en Vandenberg, a casi 200 kilómetros al norte de Los Ángeles. Se empezó con dos horas de retraso por desajustes de última hora. Exactamente 21 minutos después, un misil de intercepción despegó de una base militar estadounidense situada en el atolón Kwajalein, a 7.800 kilómetros de distancia de la costa californiana. Su objetivo era chocar contra el misil inicial. "Es tan difícil como disparar a una bala con otra bala", dijo una vez el secretario de Defensa, William Cohen, en una comparación afortunada pero profética. La cúpula militar de EE UU seguía el ensayo en grandes monitores de datos y de imágenes situados en una de las salas más sofisticadas del Pentágono, en la otra costa de EE UU.

Teóricamente, el misil interceptor -que movía sus 60 kilos de peso por el espacio a una velocidad de más de 24.000 kilómetros por hora- debería haber chocado frontalmente con el misil atacante 10 minutos después del lanzamiento, a 230 kilómetros sobre el nivel del mar.

Cuando se cumplieron los 10 minutos, en las pantallas del Pentágono no se vio ningún resplandor: no hubo interceptación. Las parábolas que seguían los dos misiles estaban separadas por una distancia de entre 90 y 120 metros. Se podría decir que el misil interceptor falló por poco, dada la inmensidad del espacio, pero las matemáticas no admiten esa valoración. El ensayo, que deja una factura de 100 millones de dólares, es el segundo fracaso en las pruebas del nuevo sistema de defensa antimisiles, que de momento sólo ha funcionado correctamente en una de las pruebas.

El fracaso anterior se justificó en su día porque el misil interceptor se vio afectado por un exceso de humedad espacial. Ayer, los técnicos militares explicaron que el error se precipitó cuando uno de los propulsores no se desprendió correctamente del misil. Ese fallo "ni siquiera estaba en mi lista de problemas potenciales", dijo de madrugada el teniente general Ronald Kadish, director del programa militar. Según los primeros informes, el misil interceptor no recibió correctamente la señal electrónica enviada por el satélite-guía para desprender el propulsor, y eso alteró su trayectoria.

Ahora, el presidente de EE UU, Bill Clinton, se ve obligado a decidir sobre el futuro del polémico sistema antimisiles sin ninguna garantía sobre su fiabilidad. Este programa militar, heredero de la guerra de las galaxias que imaginó Ronald Reagan, está diseñado para proteger el territorio de EE UU de misiles nucleares lanzados desde lo que la CIA denomina "Estados rebeldes": Corea del Norte, Irán, Irak y similares. No proporciona una protección militar ante un ataque masivo, sino contra el lanzamiento de misiles esporádicos.Las críticas en contra anticipan una nueva guerra fría y una mayor inestabilidad en zonas conflictivas. La decisión final la tomará el presidente en los próximos meses.

Para Rusia, que contempla los ensayos del nuevo sistema como un insulto a la letra y el espíritu de los acuerdos de desarme, el fallo de ayer demuestra que el sistema antimisiles es un derroche de dinero. Un alto cargo del Ejército ruso aseguró que es "imposible crear un sistema de protección absoluta". Rusia siempre tendrá capacidad para desbaratar cualquier sistema antimisiles de EE UU. "Dios está del lado de Rusia y de la justicia", proclamó con euforia el coronel general Leonid Ivashov, jefe de Cooperación Internacional del Ministerio de Defensa ruso. El Ministerio de Exteriores expresó su confianza en que esto suponga la retirada del plan. China, preocupada por el hecho de que el escudo antimisiles cubra el territorio de Taiwan, volvió a mostrar su rechazo al proyecto militar. El fracaso del ensayo ha llegado en medio de unas conversaciones sobre armamento entre los dos países que han quedado suspendidas.

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