Las tribulaciones del rey emérito: las nietas, sus memorias y el deseo de residir tres meses en España
“Es ridículo que en un bautismo no aparezca el niño” trasladó Juan Carlos I a La Zarzuela sobre su exclusión del acto por el 50 aniversario de la Monarquía


El rey emérito abandonó su autoexilio de Abu Dabi para disfrutar apenas ocho horas con la familia real en Madrid el sábado en un almuerzo privado en el Palacio de El Pardo, porque no quiere perder la relación con sus nietas y especialmente con la heredera al trono en una edad que entiende especialmente crítica, según transmitió tras llegar a Barajas a los interlocutores con los que se encontró. Juan Carlos I también contó que está preocupado por cómo se tomen los españoles el contenido de sus memorias, ya adelantadas en Francia, y molesto con su hijo, el rey Felipe VI, porque no haya aceptado que pueda residir al menos tres meses en España sin regularizar antes su situación fiscal y económica.
Juan Carlos I fue el primero en llegar el pasado sábado al almuerzo familiar en El Pardo, alrededor de las 13.00 horas, y uno de los que antes (sobre las cinco de la tarde) abandonó el palacio en el que residió tantos años el dictador Francisco Franco. Alrededor de las 20.00 estaba otra vez en el aeropuerto de Madrid-Barajas para retornar a Abu Dabi, donde se marchó en el verano de 2020 para eludir varios escándalos relacionados con su situación económica y no perjudicar más a la Corona y a su hijo.
En esas apenas ocho o nueve horas que pasó en Madrid tuvo tiempo, además de para volver a encontrarse con los componentes de la Familia Real después de dos años, para verse también con algunos de los colaboradores y asesores que se han mantenido fieles en todo este periodo. Lo primero que les contó a esos interlocutores es algo que viene repitiendo hace meses en esas reuniones de confianza y que refleja en las memorias que saldrán a la venta en España el 3 de diciembre. Juan Carlos I se siente solo en Abu Dabi, no recibe muchas visitas, y echa de menos particularmente la conexión con sus nietas y en particular con la princesa Leonor y la infanta Sofía.
En Reconciliación, las memorias que estaban listas para ser publicadas y con galeradas en noviembre de 2024, Juan Carlos I las menciona atribulado: “Son muy elegantes y cariñosas, pero me entristeció no poder entablar una relación personal con ellas, contarles historias, compartir comidas en restaurantes, viajes, llevarlas a ver partidos, como hice con mis otros nietos”. A sus amigos, este sábado, lo que les concedió es que no comparte por qué no dejan a sus nietas viajar alguna vez a Abu Dabi para que pueda observar paulatinamente su crecimiento como sí ocurre con sus otros nietos.
El pasado sábado repitió ese lamento a distintos amigos a los que también quiso ver en Madrid y a los que aprovechó para comentar que tampoco le gustó demasiado la ceremonia del viernes en el Palacio Real, donde su hijo, el rey Felipe VI, concedió al mismo tiempo el Toisón de Oro a su esposa, la reina Sofía, al expresidente socialista Felipe González, y a los ponentes aún vivos de la Constitución de 1978, Miquel Roca y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón. Juan Carlos I les indicó que comprende que doña Sofía debería haber tenido un trato aparte, individual, y que a los demás se les podría haber dado ese reconocimiento en otro momento.
Sobre los eventos organizados con motivo del 50 aniversario de la restauración de la monarquía en España, al rey emérito le parece “ridículo”, y así se lo ha expresado a sus amigos en Madrid, que él haya sido excluido y no haya tenido más participación que ese acordado almuerzo privado en El Pardo. Entre septiembre y octubre de este año, en uno de los viajes que hizo a Sanxenxo (Pontevedra) para asistir a unas regatas, hizo llegar a su hijo en La Zarzuela su malestar por su ausencia en estos actos programados. “Es ridículo que en un bautismo no aparezca el niño”, indicó.
En parte, la publicación de sus memorias tiene que ver con lo que defiende que es su legado histórico por su papel en la Transición y “porque pensaba que era más necesario que nunca dar su versión de los hechos”. Personas que han viajado en estos años a Abu Dabi y que le han frecuentado en sus estancias esporádicas cuando ha regresado a España explican que el libro ha visto la luz con tanto retraso porque ha habido muchas negociaciones con las editoriales, en Francia y en España, con presiones y discusiones sobre la fecha más oportuna o inoportuna. Ahora saldrán a la venta en España el 3 de diciembre para alejarlo del discurso de su hijo en Nochebuena.
El rey emérito ha reservado en sus memorias algunos apartados elogiosos para su esposa, con la que ya no tiene trato y que no ha viajado en estos años a verle a Abu Dabi y admitió en sus charlas del pasado fin de semana en Madrid que le ha agradado positivamente cómo han sido recibidos esos comentarios sobre la reina Sofía entre los ciudadanos y los medios. Las alusiones negativas a lo que dice en ese libro de su hijo y, sobre todo, de la reina Letizia, sí se las esperaba.
Juan Carlos I reprocha en sus memorias a doña Letizia que no ha contribuido “a la cohesión de las relaciones familiares” y que no haya contestado ni aceptado el ofrecimiento que le hizo en su día para resolver sus diferencias entrando en su despacho. “Hice todo lo posible para superar nuestras diferencias, le dije que tenía abierta la puerta de mi despacho, pero nunca vino”, asegura.
En la autobiografía dedica algunos apartados polémicos y elogiosos a Franco y sus amigos interpretan que lo hizo “por una deuda de gratitud” porque fue el dictador el que facilitó la restauración de la monarquía.
Los colaboradores o asesores de Juan Carlos I aseguran que en esta ocasión tampoco ha podido resolver con su hijo uno de los asuntos pendientes que más le inquieta y que por ahora sigue encallado. El rey emérito quiere volver a España y mantiene “la ilusión de llegar a un acuerdo con Felipe VI para que tolere, al menos, que pueda residir en el país unos tres meses”. Las mismas fuentes confirman que el Monarca, asesorado por expertos fiscales, le ha respondido que ese deseo no será posible y menos aún establecerse de nuevo definitivamente en España si no arregla antes por completo su situación económica y fiscal, porque ahora tributa en Abu Dabi.
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