¿Bravura o nobleza?
Muchos taurinos actuales, los defensores del toro moderno, dicen que bravura y nobleza son incompatibles. Esta aseveración es una falacia porque la historia de la tauromaquia está repleta de toros que han poseído la doble condición.En un trabajo realizado por nuestro equipo de investigación con datos de una ganadería histórica, perteneciente al encaste más extendido actualmente, se demuestra que es posible seleccionar conjuntamente la bravura y la nobleza, siendo la heredabilidad (h2) de ambos caracteres del orden de 0,30-0,40 y, curiosamente, algo más elevada para la bravura que para la nobleza. Ello indica que se puede avanzar más rápidamente en la mejora de la bravura que en la de la nobleza o, si se prefiere, es más fácil seleccionar bravura que nobleza. De ahí que el mérito de los ganaderos actuales es mayor que lo que se cree, porque, además de fabricar el toro que les demandan los taurinos, están mejorando un carácter, la nobleza, que es menos heredable que la bravura.
Estos resultados vuelven a demostrar que la bravura es hereditaria y que, por tanto, puede mejorarse por selección. Sin embargo, este mismo trabajo muestra que no es necesario valorar un número excesivo de caracteres durante la tienta. Los 45 propuestos (23 morfológicos y 22 de comportamiento) y tres notas estudiadas (bravura, nobleza y el conjunto de ambas) se pueden reducir a unos 15 parámetros sin perder fiabilidad. Pero si aún se pretende simplificar la recogida de información basta con tomar las tres notas citadas, con la particularidad de que los principales parámetros que definen las mismas son comunes a las tres notas: movilidad, fijeza, recorrido, ausencia de querencia y fiereza, que son los atributos básicos que debe poseer un toro de lidia. Seguimos sin inventar nada.
Lo cierto es que se ha pasado de tener que someter a una fiera a tener que mimarla para que no se caiga. Antes lo importante era la pelea del toro ante el caballo, por ello había faenas de muleta memorables de 8-10 pases, mientras que ahora pasan de cien muletazos sin que nos emocionen. Y no vale decir que ahora el toro es más bravo que antes porque aguanta más lances. Será otra cosa, pero no más bravo.
Estamos abocados en un futuro no muy lejano a la celebración de dos tipos de corridas de toros: las extraordinarias con picadores y las normales, que serían la mayoría, en las que no existirá la suerte de varas. Esta afirmación podrá parecer una aberración taurina, pero cosas más raras se han visto en el planeta de los toros.
Antonio Purroy Unanua es vicerrector de la Universidad Pública de Navarra.
Babelia
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