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Sementales

La líbido o apetencia sexual de los sementales de lidia es muy activa, posiblemente la más elevada con respecto a los machos de otras razas. No en balde muchas culturas toman al toro como paradigma de potencia sexual.La prueba de la tienta en los sementales es muy exigente. Tienen que arrancarse de lejos y empujar con fuerza en 8 o 10 puyazos y no volver la cara en faenas interminables de muleta.

Los machos suelen echarse a las vacas al final del invierno. El momento de entrada del semental en el cercado es muy bonito: lento, majestuoso, olisqueando una a una a todas las hembras del lote. Su única tarea es buscar a la hembra que está en celo y, después, cubrirla. Interesante función. La cubrición es el acto sumo de amor, en el que el macho abraza solícito con sus patas delanteras los flancos de la hembra, mientras ésta permanece inmóvil en señal de aceptación y placer.

Nunca deben permanecer en un mismo lote de vacas varios sementales. Ello provocaría luchas innecesarias entre ellos e impediría conocer la genealogía de los becerros.

Pero no todos los sementales son iguales. Existen los sementales en prueba, aquellos que han superado la prueba de bravura en la tienta y tienen que esperar a que se conozca el juego de sus primeros becerros. Los sementales ya probados y aprobados son los verdaderos encargados de padrear la vacada.

Existen no pocos ganaderos que creen que los sementales viejos pierden la capacidad de transmitir su bravura a los descendientes. Solemne insensatez científica. El código genético que transmite el toro a su descendencia no varía durante la vida del animal y sólo podría modificarse por mutación natural.

El único pero que se le puede poner a la placentera vida del toro en el campo es que no conoce hembra a lo largo de su existencia. Quizá por ello se produce con frecuencia el homosexualismo entre los machos. Algunos piensan, erróneamente, que si los toros cubrieran perderían empuje y bravura. Sólo unos pocos privilegiados, los sementales, son los encargados de cubrir toda la vacada. Además, no tendrán que someterse a la prueba de la lidia y podrán morir de viejos en su propia casa. Así, cualquiera.

Antonio Purroy es vicerrector de la Universidad Pública de Navarra.

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