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Agujeros negros

KOLDO UNCETAExisten unos puntos en el cosmos cuyo campo gravitatorio es tan intenso, tan elevado, que absorben hasta su propia luz. Estos misteriosos lugares parecen actuar como un enorme aspirador que traga todo lo que queda a su alcance. Son devoradores implacables, algo así como unos gargantúas cósmicos que engullen de manera insaciable todo aquello que se encuentre en su campo de acción.

La política vasca parece haberse convertido también en los últimos meses en un gran agujero negro empeñado en engullir todo aquello que tenga que ver con la lucidez, la inteligencia o el sentido común. Un agujero negro capaz de succionar sin remedio todo lo que tenga que ver con la razón y hasta con la lógica más elemental. Capaz de absorber la poca luz existente y empeñado en sumirnos en la más absoluta oscuridad.

La última víctima atrapada en este gran agujero negro en que se ha convertido la política vasca ha sido Xabier Markiegi, el ararteko. Xabier Markiegi es de esas personas que por su talante, su capacidad de diálogo, su disposición a conocer de cerca la realidad desde todos sus ángulos, su sensibilidad hacia cualquier vulneración de los derechos de las personas, ha ido granjeándose durante estos años la simpatía y el respeto de miles de ciudadanos vascos. Es de esas personas que inspiran confianza y que para no pocos ciudadanos y ciudadanas ha representado en ocasiones la única esperanza, si no de solucionar sus problemas, sí al menos de contar con un altavoz que permitiera conocerlos. Xabier Markiegi ha representado para muchos una lucecita en el oscuro panorama de la política vasca.

Lo sucedido con Markiegi es realmente kafkiano. Todos los partidos políticos se han deshecho en elogios hacia su persona y hacia la labor por él realizada. Incluso han llegado a reconocer públicamente que se trataba del mejor candidato para el cargo y, por tanto, la opción más deseable para un nuevo mandato. Y sin embargo, a pesar de ello, han sido incapaces de promover su continuidad en el cargo. Unos y otros se han acusado a posteriori de ser los culpables. Pero todos ellos han actuado en comandita como un agujero negro que se lo ha tragado, que ha succionado la luz que representaba.

No es desde luego el único caso. Hay otras personas que tratan de aportar algo de luz, de serenidad, de análisis inteligente en el triste panorama político del País Vasco. Personas cuya luz se va poco a poco a poco apagando en la medida en que es absorbida por el agujero negro. Pero lo que en este caso llama más la atención es el reconocimiento del error, el hecho de que los mismos que han sido incapaces de ponerse de acuerdo para su reelección, digan que era el mejor candidato. Y para colmo, adoptan esa decisión el mismo día en que el ararteko se reunía en Vitoria con sus homólogos de otras comunidades autónomas y del Estado.

Tal cúmulo de circunstancias indican que, o bien estamos ante un ejercicio de manifiesta estupidez, o por el contrario se trata de un caso de cinismo extremo. Sea como fuere, lo cierto es que, una vez más, eso que suele llamarse el interés general -que entiendo se refiere al interés de la mayoría- ha quedado en segundo plano frente al supuesto interés de la minoría social que representan los aparatos de los partidos, y sin que nadie dé una explicación mínimamente convincente.

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Definitivamente, parece que en el panorama político vasco cada vez queda menos sitio para la inteligencia y para el sentido común. Es como si un gran agujero negro lo hubiera absorbido todo, acumulando una cantidad mayor de masa y aumentando así paulatinamente su capacidad de atraer y engullir, de provocar el silencio y la oscuridad. Probablemente, quienes han despachado de manera tan frívola un asunto como el de Xabier Markiegi piensen que el agujero negro nunca les atrapará, que ellos están a salvo de caer en su campo gravitatorio. Vana ilusión.

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