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Rentabilizar el cuerpo

A los automóviles, además de todos los males que se puedan pensar en un instante (fomento de la agresividad, contaminación...) hay que achacarles algo más: son los mayores productores de fraude a las compañías aseguradoras. La picaresca surge tanto cuando el propietario formaliza el seguro, como cuando reclama algo de él. Esto afirma Alberto Pascual (Bilbao, 1959), vicepresidente de la sociedad vasca de valoración del daño corporal, que esta semana ha participado en una mesa sobre Fraude en el seguro, dentro del primer Congreso Internacional de Valoración del Daño Corporal que se ha celebrado estos días en el Palacio Euskalduna de Bilbao.En la mesa "se ha visto que el fraude tiene una prevalencia alta, aparece del 5% al 20% de los casos de siniestros, sobre todo en los de automóviles", indica Pascual. Al contratar la póliza, se defrauda al infravalorar el vehículo, indicando que el coche tiene menos potencia de la que en realidad tiene y cuando el tomador del seguro no es la misma persona que lo conduce habitualmente.

"Cuando hay accidente, normalmente se defrauda en los días que ha tardado la lesión en curar, intentando aumentar las lesiones y añadiendo otras que existían previamente", explica Pascual. El 97% de los fraudes se produce en los seguros de automóviles, según han concluido los participantes en la mesa (miembros de compañías aseguradoras y médicos valoradores).

Tras los accidentes de tráfico, donde hay más picaresca es en los seguros de accidentes comunes. "Una de las formas más corrientes es contratar una póliza muy alta y tener un siniestro poco después", dice Pascual. "Por todo se puede reclamar, desde un moratón", dice este médico valorador. "Detectar un fraude es siempre muy difícil, suponerlo es sencillo", indica. En el mundo del automóvil hay pequeños fraudes muy habituales "como declarar cuatro accidentes cuando has tenido uno y de paso que te reparen las cuatro aletas". "Ahora es cuando las aseguradoras empiezan a contar con los valoradores de daño corporal", comenta Pascual.

Entre los casos tratados en el congreso, Pascual señala uno como el más llamativo. "En un vídeo se veía una mujer andando por la calle, relacionándose con normalidad, hablando por teléfono. Ella había declarado secuelas en casi un 80% de su organismo: no podía hablar, tenía alteraciones de la memoria, no podía andar..."

El esguince cervical es la dolencia más común tras un accidente de tráfico, seguido del latigazo y de la hernia discal. "La columna es la gran sufridora en los accidentes de tráfico", dice Pascual. Dependiendo de algunos factores, un esguince cervical puede valer desde 100.000 pesetas a tres millones. "Es ese margen lo que crea discrepancia".

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