Los psicólogos intentan que Elián asimile su paso por EEUU y se prepare para vivir en Cuba
La odisea que ha vivido en EEUU el niño balsero Elián González no termina con su vuelta a Cuba. Lo que le espera en casa no es menos duro. Dicen los psicólogos que ahora Elián debe digerir lo que le ha pasado en estos siete meses de vértigo. El naufragio. La desaparición de su madre. La bandera norteamericana en la que sus parientes de Miami lo envolvieron nada más llegar. La policía sacándolo a la fuerza de la casa de su tío-abuelo. Las semanas que vivió con su padre en una mansión que no era su humilde casa de Cárdenas, rodeado de mimos excesivos, sin saber por qué.
Además, este crío de seis años deberá analizar otras cosas en soledad. ¿Comprenderá algún día Elián que su drama fue sólo una escaramuza más de la guerra que enfrenta a Cuba y EEUU desde hace 40 años? ¿Y todo lo que significa haber sido elevado a la categoría de símbolo y héroe, en el país del Che Guevara? El miércoles, al bajar de la escalerilla del avión en brazos de su padre, Elián tenía cara de sorpresa, de susto. Un grupo de 900 niños de su escuela de Cárdenas gritaba su nombre, mientras sus abuelos lloraban de felicidad en el aeropuerto de La Habana. En la pista de aterrizaje, mientras caía la noche, a Elián la gente lo miraba.
No se sabe si Elián se fijó en las calles de La Habana durante el trayecto del aeropuerto a la casa de Miramar donde pasará dos o tres semanas junto con su familia y cuatro compañeros de aula antes de regresar a casa. No se sabe a ciencia cierta si habrá visto su foto colgada de farolas, a la entrada de dependencias oficiales, en las camisetas que llevaban puestas muchos de sus compatriotas. A lo largo de los últimos meses se han repartido en la isla más de 300.000.
La casa en la que se encuentra desde ayer ha sido acondicionada especialmente para él. Está junto al mar. Allí, un equipo de psicólogos y psiquiatras lo tratará. Intentará por todos los medios que vuelva a ser un niño normal. Pero para eso se necesita mucha paz y tranquilidad. Precisamente por eso se ha elegido esta residencia. Para que esté alejado de los periodistas y protegido de las visitas inoportunas, inevitables si estuviese ya en Cárdenas.
La casa de Elián en La Habana es como una burbuja. Está acordonada por la policía. Se ha cerrado una tienda cercana y se prohíbe el tránsito en un área de 15 manzanas. Se han creado todas las condiciones para que no se le moleste y la terapia sea efectiva.
¿Pero qué ocurrirá cuando Elián salga de esta burbuja y vuelva a casa? Los psicólogos opinan que será necesario trabajar con su familia, su maestra, sus compañeros, sus amigos del barrio y hasta con los habitantes de su ciudad. A su regreso, dicen, se va encontrar un entorno social que querrá mimarlo con todo tipo de afectos, y habrá que pedirle a la gente que lo evite, porque puede causarle más daños psíquicos.
Campaña nacionalista
El Gobierno cubano ha dicho que no permitirá que se manipule a Elián y se le exhiba como un trofeo político. Pero Elián González ha vuelto a Cuba como todo un símbolo. Durante siete meses, la propaganda lo ha convertido en el centro de una gigantesca campaña nacionalista. Y eso pasa factura.
En todos los colegios cubanos hay una foto de Elián. Millones de personas han sido movilizadas desde diciembre para exigir su libertad. Su rostro es casi tan famoso en la isla como el del Che. Ayer, los niños de la escuela de Cárdenas que le fueron a recibir al aeropuerto iniciaron las clases con el tradicional saludo a la bandera: "Pioneros por el comunismo, seremos como el Che".
Luego colocaron una ofrenda floral ante un busto de Martí, y después, uno de los niños dijo: "Me siento feliz de estar compartiendo con estos pioneros que han realizado un curso heroico, que han estudiado y que van a obtener muy buenas notas, pero aún más, han encabezado la batalla de este patriótico pueblo en la lucha por rescatar al pionero Elián González de las garras de ese monstruo que un día nos describiera José Martí".
Elián ya está en su país. Dentro de dos o tres semanas volverá a Cárdenas, el pueblo desde donde salió clandestinamente hacia Miami en un frágil bote. Su madre, Elizabeth Brotón, murió durante el naufragio. Han pasado siete meses y tres días. El miércoles, poco antes de que Elián pisase tierra cubana, las autoridades difundieron un comunicado oficial. Decía: "Nuestros abnegados maestros y pedagogos deberán llevar a cabo la obra maestra de convertirlo en un niño modelo, digno de su historia y de sus simpatías y de su talento para que sea siempre, a la vez que un ciudadano normal, un símbolo, un ejemplo y una gloria para todos los niños de nuestro país, y un orgullo para los educadores de Cuba".
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