La Universidad se entrega a la cultura pop de Pedro Almodóvar
El cineasta manchego es investido doctor 'honoris causa' en Cuenca
A los 9 años fue maestro de los jornaleros analfabetos de su pueblo, Calzada de Calatrava, "y una vez gané un premio por una composición sobre la Purísima Concepción". La relación de Pedro Almodóvar y el mundo académico prácticamente se queda ahí. Ayer, sin embargo, la Universidad de Castilla-La Mancha le convirtió en doctor honoris causa. Con el birrete sobre su cabeza, Almodóvar recordó su gran escuela: la vida.
En un acto tan ritual como una misa, los rectores de las universidades de Barcelona, Salamanca y Murcia se unieron ayer a Luis Arroyo Chapatero, rector de la de Castilla-La Mancha, en la investidura como doctor honoris causa de un hombre ajeno a la disciplina de las aulas. Pedro Almodóvar se colocó ayer el birrete laureado ("distintivo del alto magisterio español") y se sumó así a otros tres cineastas cuya labor ha reconocido la Universidad española: Luis Buñuel, Luis García Berlanga y Carlos Saura. "¿Ha de ser condenado el cine por ser un espectáculo multitudinario? ¿Ha de ser puesto en entredicho por lo que tiene de concurrencia gregaria, de despersonalización del yo, de penumbra viciosa que conduce al espectador hasta el esplendor olímpico de las estrellas de cine?", se preguntó en su discurso el rector de la Universidad de Castilla-La Mancha. "Almodóvar", añadió, "es un gran creador y un gran innovador, pero lo que no es es un académico. Y no sólo no lo es, sino que no quiere serlo. Todo su vida es una lucha contra el academicismo".Sobre el escenario del auditorio de Cuenca y a las espaldas del rector y del presidente manchego, José Bono, amigos y musas de Almodóvar miraban de cerca el rostro serio del director. Alaska, Bibiana Fernández, Loles León, Kiti Manver y Rossy de Palma se abanicaban junto a las hermanas del cineasta, su hermano Agustín, la consejera de Cultura de la Comunidad de Madrid, Alicia Moreno, la diseñadora Elena Benarroch, el actor Manuel Banderas, el pintor Sigfrido Martín Begé y el diseñador gráfico Óscar Mariné.
Almodóvar recordó en su discurso cómo su madre ("ella fue el territorio donde todo sucedía") le nombró, a los 9 años, maestro de la pequeña escuela que inventó en el patio de su casa para los jornaleros analfabetos de su pueblo. "Yo les enseñaba a escribir y a leer las cartas para su familia". El director insistió en que su cine no pretende imitar a la vida, sino representarla; ni pretende ser fiel a ninguna realidad; no es esclavo de nada que no sea el instinto, el trabajo y la emoción. Habló de por qué insiste en colores impostados para sus imágenes: "Mi pasión por el color es la respuesta a todos los años de luto que vivió mi madre", y se definió como "un pintor frustrado, un psicólogo frustrado, un actor frustrado, un escritor frustrado y un decorador frustrado. Frustraciones que me han ayudado a ser director de cine".
José Bono cerró el acto. "Mi madre también vistió siempre de negro", le dijo al director. Bono agradeció al realizador la "inyección de autoestima" que significa su figura para La Mancha y, haciendo referencia al gran esfuerzo que se esconde detrás de la carrera del director de Todo sobre mi madre, parafraseó a Gregory Peck cuando, enfundado de pistolero, dice en Cielo amarillo: "Un desierto es un espacio, y un espacio siempre se cruza".
Babelia
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