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EUROCOPA 2000Cuartos de final

El día que Guardiola conoció a Zidane

El medio centro español jugó por primera vez contra su ídolo e intercambió con él su camiseta

Ramon Besa

Puestos a hablar solamente de fútbol, con la pelota como único litigio, hay gestos que se agradecen, como que Munitis se enfrentara a Thuram como si fuera un lateral cualquiera y no el mejor defensa que ejerce en el calcio, y que Guardiola quedara emparejado con Zidane, cosas que hay que aplaudirle al nuevo equipo español, que huye de las marcas enfermizas, del cuerpo a cuerpo.Jubilado Laudrup y amigo de Figo, Guardiola ya sólo siente debilidad por Zizou, portavoz de una raza en peligro de extinción: la de los que llevan el 10. El medio centro azulgrana le admira, le idolatra y le sigue, sobre todo desde que presenció la Copa del Mundo de Francia98 desde la cama, lesionado como estaba. Por encima del resultado, Guardiola fue feliz por competir con Zidane. Le conoce tanto, sabe tanto de su juego, que difícilmente le sorprendió. Dice Pep que el juego de Francia es como la corriente y Zidane la bombilla. Camacho procuró, en este sentido, que nadie diera la luz. Zidane barrió la línea de tres cuartos, se dejó caer a derecha e izquierda, sin marca especial. Guardiola le tomaba, procurando taponarle la línea de pase, mirando de entablar conversación en los tiempos muertos, en los momentos que había una falta. El medio centro español no reparaba en Zidane cuando España manejaba el cuero. Al contrario. Procuraba gustarse, adornarse, parecerse a Zidane. Más que marcarle, Pep flotó al media punta francés, le tapó más que nada, al igual que Helguera, que le recibió cada vez que se decantó.

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Pese a exponerse a ser vulnerado, a Zidane se le dejó hacer. Tanto tienes, tanto vales. Y Zidane se movió con clase, tiró un par de diagonales preciosas, metió unos cuantos pases interiores y se adornó en el control por su capacidad para proteger la pelota. Y, además, marcó un gol cuando transformó de forma impecable un libre directo, un tanto al que reaccionó con ira Guardiola, que se fue a por cuantos formaron la barrera y sobre todo a Míchel Salgado, seguramente para decirle que ya le había advertido de cómo la metería.

Guardiola es tan expresivo como Zidane en la cancha. En cada momento marcan por dónde debe discurrir el juego, qué solución se impone y cuando alguien se equivoca se lo recriminan. Más Guardiola, porque su peso en el equipo es más liviano que el de Zidane, el mejor del mundo en el equipo campeón del mundo, y ayer, claro, elegido el mejor del partido. Zizou metió un gol y atemperó y aceleró, según convenía, el ataque francés de la misma manera que Pep hizo jugar a la selección.

España tocó más la pelota al tiempo que Francia procuró darle más verticalidad a la jugada en un duelo entre románticos, equipos siempre respetuosos con las leyes naturales del juego, de manera que el cara a cara entre Zidane y Guardiola expresó cuanto sucedió en el campo. Guardiola bien puede ser a España lo que Zidane para Francia. Zizou respetó tanto a Pep como Guardiola a Zidane. Ni una entrada a destiempo ni tampoco un gesto feo. Acabado el partido, Guardiola le pidió a Zidane su zamarra, y acabaron intercambiándoselas después de que Zizou consolara con una palmada a Raúl.

A buen seguro que Guardiola la guardará en un lugar preferente. Que se preparen quienes gusten y puedan conversar con el capitán azulgrana. Les amenaza una ración de cómo juega Zidane cada día.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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