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Allende vuelve a La Moneda

La figura del presidente chileno Salvador Allende, que con las armas en la mano resistió en 1973 a los militares golpistas en el bombardeado palacio de La Moneda y prefirió terminar con su vida antes que rendirse a los sublevados que encabezaba el general Augusto Pinochet, regresará el lunes a un costado de la sede del Gobierno, precisamente cuando se cumple el 92º aniversario de su nacimiento.Lo hace en forma de una escultura que pesa 1.480 kilos y tiene tres metros de altura, erigida sobre una base de otros tres metros. Veintisiete años después del golpe de Estado y transcurridos tres meses y medio de gobierno del socialista Ricardo Lagos, los chilenos podrán ver la primera estatua de Allende en el país. En muchas ciudades del mundo, calles, avenidas, plazas y escuelas ya recordaban a Allende, un socialista que llegó a la presidencia por las urnas y que protagonizó una heroica defensa de la democracia en Chile, un país que ahora está comenzando a sacudir de su piel el polvo pegajoso del pasado de la sangrienta dictadura militar dirigida por Pinochet.

La escultura que el lunes inaugurará el presidente Lagos constituye, en ese sentido, el inicio de una necesaria reparación de los chilenos con un pasado que subsiste aunque muchos quisieron erradicarlo. Éste es uno de los tres monumentos que el Congreso chileno autorizó en 1994 erigir en homenaje a tres expresidentes, entre ellos Allende. Financiado por la Fundación Salvador Allende y la Municipalidad de Santiago, tuvo un coste cercano a los 120.000 dólares (unos 21 millones de pesetas). Su construcción duró un año y medio. Para hacerla se requirieron una tonelada y media de arcilla y 980 kilos de yeso para hacer los moldes. Realizada en bronce de un espesor de 15 milímetros y reforzada con hierros de 2,54 centímetros de diámetro, la obra pesa en total 1.480 kilos.

Su autor es, paradójicamente, un hombre que se identifica con la derecha y que en la última elección votó por el candidato de este sector, Joaquín Lavín. Pero el escultor, Arturo Hevia (de 48 años), creador también del monumento al ex presidente democristiano Eduardo Frei Montalvo -situado al otro costado de la plaza de la Constitución-, cuenta que la quiso hacer en homenaje a su padre, "un allendista que me dejó y enseñó a ser tolerante" y en un tributo a todas las personas que perdieron a sus parientes por defender las ideas "de la utopía del ex presidente".

Cuando la Fundación Allende abrió el concurso, Hevia preguntó si había que ser militante de un partido para ganar. Estudió fotos del ex jefe del Estado, repasó su biografía y se empapó del personaje. Presentó un proyecto basado en la idea de que Allende representa "la llegada del pueblo, de los más pobres, de los postergados y humillados a la presidencia".

Su propuesta inicial mostraba la imagen de Allende sobre una bandera que llevaban flameando sobre sus hombros una familia y jóvenes trabajadores. Empató con otro escultor y el jurado le pidió que simplificara su idea. Lo hizo conservando la bandera y reemplazando las figuras de otras personas con diseños geométricos que se integran en la base. La bandera flameante, explica Hevia, es una cita visual de otra escultura santiaguina, la del presidente José Manuel Balmaceda, un progresista que se suicidó en 1891 después de ser derrotado en una guerra civil. "Allende es el presidente mártir y yo quise que se traspasara esta idea", dice Hevia. Aun así, confiesa que también sería capaz de hacer una escultura de Pinochet, en el cual creen otros chilenos. Explica que tal como un médico debe atender a cualquier paciente, independientemente de su posición política, él tiene que reproducir los sentimientos que despiertan las figuras históricas, porque "tengo que representar a mi pueblo: Chile es de todos y tenemos que convivir en él".

A la inauguración acudirán desde España la viuda de Alberti, María Asunción Mateo, el exvicepresidente Narcís Serra y el presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, cuyo Gobierno financió casi la mitad del monumento. Erguido en una de las esquinas más concurridas de Santiago, a unos diez metros del palacio de La Moneda, el monumento suscitó curiosidad desde que fue instalado. "¿Quién es?", preguntan los escolares que visitan La Moneda, abierta al público como lo estaba antes de 1973. Hevia cree que la respuesta es clara: "Un presidente del pueblo".

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