Una creadora compulsiva
Los deportes de alto riesgo crean adicción. Está clínicamente demostrado que disparan la adrenalina y eso engancha. Este mal, que al parecer es contagioso, aqueja también a la diseñadora Ángela Calero. Y es que la artista confiesa que está "enganchada a los retos". De otra forma, nadie se explicaría por qué sus diseños de joyas responden a eso que dicen en el circo: "Más difícil todavía".Ángela Calero, cordobesa de nacimiento y malagueña de adopción, convierte en arte todo lo que toca. Para comprobarlo, basta una visita a la muestra Esclavos...Gran Ocasión que inauguró el pasado miércoles en la galería Isabel Ignacio de Sevilla.
Sus joyas no son meros adornos, sino pancartas desde las que lanza consignas: "Abajo la esclavitud", parece que grita con la serie Esclavos. Estas piezas son pequeñas figuras humanas de bronce, realizadas con una técnica propia de la escultura, a la cera perdida, y esposados con grilletes de plata.
"Todos vamos arrastrando cadenas con las que caminamos y que no somos capaces de romper. No hay que remontarse a otras épocas para hablar de la esclavitud; todavía seguimos siendo esclavos de un montón de cosas. Esta serie es una crítica a los caprichos del mundo de la moda y al prototipo de mujer que nos imponen. Pero también lo es a la esclavitud sexual o la económica", comenta Ángela Calero.
"Lo que más me satisface es encontrar formas alternativas de comunicación. Buscar otros lenguajes distintos al verbal. Creo que es influencia de los años que he pasado volando. Como nunca puedes hablar todos los idiomas, te vuelves más perceptivo", explica Ángela Calero, quien trabajó como azafata de vuelo entre 1982 y 1997.
Esa necesidad continua de aprender le ha impulsado a hacer cosas tan dispares como piloto privado de avión, cursos de dorado y policromía, cerámica o metalistería. Disciplina, esta última, que aprendió junto al escultor Carlos Broton. Cuando domina un material desaparece el reto. Se aburre y necesita buscar otra forma de expresión para volver a empezar desde cero.
"La verdad es que desde que tengo recuerdos, siempre he sido así. Cuando era pequeña pensaba que era lo normal, puesto que mis dos hermanas son tremendamente creativas. Después te das cuenta que no, pero ya es demasiado tarde, te has enganchado", bromea la artista, que el pasado año expuso sus joyas por primera vez en el Colegio de Arquitectos de Málaga.
Hace 15 años se tomó en serio su vena artística. Fotografía manipulada, pintura y escultura precedieron a los diseños de joyas. "Por las joyas que lleva alguien puedes interpretar sus deseos o su estado de ánimo. A veces exteriorizan los sentimientos de los que tu no te atreves a hablar".
En 1998 decidió poner los pies en el suelo: abandonó su trabajo de azafata y se fue a Córdoba, la ciudad con más tradición orfebre en Andalucía, a realizar cursos de sacador de fuego. Sus obras, que podrán verse en Sevilla hasta el 7 de julio, son diferentes, imaginativas y bellas.
Una serpiente de casi tres metros de plata y metacrilato que se enrosca en el cuerpo; hormigas que desfilan por donde el usuario elija; brazaletes de caracolas que recuerdan a los que usaban los gladiadores o los deslumbrantes collares de la serie Gran Ocasión, forman parte de la muestra. Pero la estrella es la atrevida Mano Tentadora, una pieza articulada de aire surrealista que puede ponerse sobre el pecho, el hombro, una nalga...
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