El Congreso Gaia reivindica la polémica teoría como un giro copernicano al concepto de la Tierra
James Lovelock, el polémico investigador que dio forma hace casi tres décadas a la hipótesis Gaia, que ve al planeta Tierra y a los seres vivos que lo habitan como un sistema vivo que se autorregula, demostró ayer que su modelo, pese a sus múltiples detractores, sigue siendo válido para explicar, de forma integradora, multitud de fenómenos biológicos, geológicos y meteorológicos. Así lo creen por lo menos los científicos que asisten en Valencia al Congreso Gaia 2000, el segundo tras el celebrado en 1988 en San Diego, quienes siguen reivindicando la teoría como un giro copernicano al concepto de la Tierra.
El congreso que comenzó ayer, organizado por la Universidad de Valencia y la American Geophysical Union (AGU), es la segunda edición de la Conferencia Chapman, cuya primera reunión sentó las bases científicas interdisciplinares para extender la teoría Gaia, hasta entonces casi una filosofía, a la corriente principal de la investigación. En los 12 años que median entre las dos cumbres, ha habido muchos descubrimientos científicos que podrían servir para reforzar la tesis.Y eso es lo que pretenden los científicos reunidos en Valencia (160 asistentes), que ayer reivindicaron la vigencia de una teoría que niega que la vida sea un fenómeno debido a las condiciones atmosféricas terrrestres y que asegura, por contra, que son esas condiciones las que tienen origen causal en los seres vivos. Como datos a su favor: la atmósfera terrestre, ahora con un 21% de oxígeno, carecía hace 3.500 millones de años de elemento tan fuertemente reductor, aportado después como producto de desecho por las bacterias anaerobias. Otro ejemplo sería la temperatura en la superficie de la tierra, constante pese a que en 4.000 millones de años la radiación solar ha aumentado en un 30%. La composición y temperatura de la atmósfera inducen a pensar que la Tierra funciona como un sistema autorregulador. Y para Lovelock, la Tierra, de no existir los seres vivos, sería muy similar a Venus o Marte, sus desiertos planetas vecinos.
Sin embargo, el congreso sirve, como viene siendo norma desde que surgió la teoría, para defenderse de las críticas que la tildan de panbiótica y antidarwinista. Los expertos negaron que la metáfora gaiana vea la Tierra como un ser vivo. Asimismo defendieron que la evolución de los seres vivos bajo el prisma de Gaia es totalmente congruente con la selección de las especies enunciada por Darwin.
En la jornada inaugural, el británico James Lovelock recordó que el nombre de Gaia (denominación de la diosa griega de la Tierra) se lo sugirió un vecino suyo en Cornualles, el entonces anónimo William Golding, que luego sería galardonado con el Nobel de Literatura de 1983. Y añadió un nuevo dato: le sugirió tan poético nombre porque además era una palabra "de cuatro letras" (en inglés, un taco).
Lovelock también recordó cómo la microbióloga norteamericana Lynn Margulis, en la práctica coautora de la teoría y también asistente al congreso, "puso la carne en el esqueleto de Gaia" al aportar bases biológicas a su modelo, basado sobre todo en las características fisico químicas en la Tierra (sobre todo la composición de la atmósfera).
Pese a pronosticar ya hace 30 años que Marte no acoge seres vivos, Lovelock recomendó seguir buscando para "conocer mejor el planeta Tierra". Sin embargo, se mostró feliz de vivir en este planeta: "Sólo imaginar lo que podría ser vivir en la superficie desértica y árida de Marte es algo terrible".
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