Austria buscará en la cumbre de Feira el fin de las sanciones de la UE
El canciller austriaco, Wolfgang Schüssel, anhela regresar del Consejo Europeo que se celebrará los próximos lunes y martes en Santa María da Feira, cerca de Oporto, con la visión del final del túnel a las sanciones. Los otros 14 países de la Unión Europea (UE) impusieron a Viena en febrero un castigo por la participación del ultraderechista partido liberal (FPÖ) de Jörg Haider en la coalición de Gobierno. Este asunto no figura oficialmente en la agenda de la cumbre, pero será objeto de examen al margen de la reunión.
La presidencia portuguesa baraja un compromiso sobre un control de seguimiento temporal que abra la vía al levantamiento de las medidas en un plazo no muy dilatado.El primer ministro portugués, António Guterres, ha anticipado en Bruselas que no es previsible "un cambio espectacular", ante todo porque es una decisión que corresponde individualmente a cada uno de los 14 Estados miembros, pero ha confesado "probable la apertura de una puerta", siempre y cuando Francia, sobre todo, y Bélgica -los dos países que se resisten a levantarlas- accedan. Queda por saber si la puerta se abrirá antes, durante o después de la cumbre.
Schüssel irá a Feira con el optimismo de que son cada vez más las voces dentro de la UE de quienes estiman sensato hallar una solución al conflicto. Al menos Italia, Irlanda, Finlandia, Dinamarca, Grecia y España, en mayor o menor medida, se han declarado favorables a un gesto positivo ante la reafirmación de Viena de defender los valores democráticos europeos y las promesas de impedir acciones de discriminación racista y xenofobia. "Hay un cierto hartazgo ante las quejas de los austriacos, pero no excluyo que se produzcan noticias antes de que termine la presidencia portuguesa el próximo 30 de junio", admitió ayer una alta fuente del Consejo de Ministros de la UE.
Vigilancia temporal
El Parlamento Europeo aprobó el jueves una resolución, con la abstención de los socialistas, en la que se insta al Consejo a elaborar un procedimiento que desemboque en una salida "aceptable" para todas las partes. Esa vía, según fuentes diplomáticas británicas, podría ser la creación de un mecanismo de vigilancia temporal sobre la conducta democrática de Austria, mecanismo que sería controlado por la presidencia de turno europea. A partir del próximo 1 de julio le corresponde a Francia.
Viena querría que fuera la Comisión Europea la que supervisara directamente esa vigilancia, extremo al cual se opone el resto de los países miembros. El propio presidente del Ejecutivo comunitario, Romano Prodi, se desmarcó ayer de esa fórmula al decir: "La Comisión está para ayudar a los países en dificultad, pero no es un órgano de mediación". Prodi, que siempre ha sostenido que la Comisión, como guardián de los tratados, no podía ir más allá en el respaldo de las sanciones, recibirá el próximo 12 de julio al canciller Schüssel. Es muy probable que para entonces se hayan producido novedades.
Antes de la cumbre europea, el tema austriaco estará en la agenda de la reunión, el domingo por la tarde, en Feira, de los líderes del Partido Popular Europeo (PPE), a la que asistirá, además de Schüssel, el jefe del Gobierno español, José María Aznar. En un primer paso hacia el deshielo, el PPE decidió el pasado día 6 el regreso a la organización de los conservadores austriacos.
El semanario británico The Economist juzgaba, en su último número aparecido ayer, "inútiles, embarazosas e hipócritas" las medidas, que han creado una fuerte corriente antieuropeísta en Austria. Más del 80% de la población discrepa con la decisión de los Catorce de congelar bilateralmente los contactos políticos y diplomáticos con el Gobierno de Schüssel para forzar la salida del FPÖ del Ejecutivo.
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