Conciencia nacional
La última víctima de ETA, Jesús María Pedrosa Urquiza, era miembro del sindicato nacionalista ELA. Su único hermano, José Luis, se declaraba, en una entrevista publicada en Diario Vasco, simpatizante del PNV y anteriormente de HB. Una hija de Pedrosa se casa dentro de unas semanas con el hijo de Jesús Bizkarra (o Vizcarra), miembro conocido del PNV local. Del Duranguesado y con ese apellido, seguramente será pariente de monseñor Zacarías Vizcarra, autor del libro Vasconia españolísima y famoso por haber popularizado el concepto de hispanidad. Mari Paz Artolazábal, mujer de José Luis López de Lacalle, anterior víctima de ETA, era de familia nacionalista y fundadora, junto a un hermano del diputado del PNV Joseba Arregi, de la primera ikastola de Andoain, en la que se formó Joseba Egibar. Es igualmente conocido que un hermano de la antepenúltima víctima de ETA, el socialista Fernando Buesa, es miembro destacado del PNV.Forzar a elegir patria en un "acto único y expreso" -según la definición de autodeterminación a la que se adhería el martes Txomin Ziluaga- obligaría a los vascos a trazar una frontera que pasase por la mesa del comedor; a que padres e hijos, hermanos, vecinos, compañeros de trabajo o de localidad de San Mamés, se vieran, de la noche a la mañana, condenados a identificarse con patrias diferentes. La situación ni siquiera es comparable a la de Bosnia y otros territorios en los que las comunidades étnicas se reparten de manera irregular, como las manchas del leopardo. En Euskadi, esa división se da en cada familia (y en cada biografía: hasta Sabino Arana confesó haberse sentido patriota español hasta la adolescencia, y lo mismo dejó escrito Argala, principal dirigente de ETA en los 70).
ETA incorporó tardíamente la autodeterminación a su programa, por considerar que la independencia es un derecho no sometido a cuestionamiento electoral. Cuando lo hizo, bajo influencia izquierdista, estableció que el sujeto de tal derecho era el "pueblo trabajador vasco", del que quedaban excluidos los ciudadanos sin "conciencia nacional". La discusión sobre su alcance ha estado influida últimamente por los debates irlandeses, especialmente desde que se introdujo el irredentismo respecto a Navarra y el País vascofrancés.
La evidencia de que la inmensa mayoría de los habitantes de esos territorios no son nacionalistas ha pretendido solventarse mediante la fórmula impositiva de la circunscripción única, equivalente a la de autodeterminación conjunta de las dos Irlandas; y por si acaso, las dudas sobre los resultados de una eventual consulta se han resuelto mediante el artificio del censo por adhesión voluntaria.
Este planteamiento viene recogido en la propuesta presentada por HB al PNV un día después del asesinato de López de Lacalle. Se propone que Udalbiltza, la plataforma institucional de Lizarra, expida documentos vascos de identidad a solicitud de los "que se sienten ciudadanos vascos", y que su existencia sea la base para el futuro censo electoral. El PNV considera inaceptable ese planteamiento, pero no acaba de romper con quienes lo proponen porque se resiste a aceptar la evidencia de que en la Euskadi actual, y seguramente durante varias generaciones, el principio soberanista es contradictorio con el pluralismo realmente existente.
Arzalluz entró en la dinámica de Lizarra por la paz, no por la soberanía, pero una vez dentro se autoconvenció de que la independencia no sólo era deseable, sino posible, y trasladó al mundo radical el mensaje de que juntos podrían alcanzarla a corto plazo. Sin embargo, ello sólo sería plausible forzando la conversión de los no nacionalistas, por las buenas o por las malas.
ETA chantajeó al PNV con el señuelo de la paz, pero también Egibar y Arzalluz chantajearon a su partido con ese cebo, haciéndole aprobar en Asamblea un planteamiento soberanista que implicaba una estrategia de frente nacional con HB y una dinámica de exclusión (del censo y de la patria) de los miembros de la familia sin suficiente emoción abertzale. De ese mensaje y ese planteamiento se han derivado graves efectos para el partido y para la sociedad. Por ello, incluso si no fuera imprescindible la dimisión de ambos, una rectificación creíble haría necesario que al menos uno de los dos diga: "Lo siento, me equivoqué". Es una cuestión de conciencia (nacional).
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