Corea del Norte desconcierta al Sur al aplazar 24 horas la cumbre histórica
El deshielo entre las dos Coreas se retrasa unas horas. La primera cumbre entre los presidentes de la estalinista Corea del Norte y la proccidental Corea del Sur empezará mañana martes en Pyongyang, en vez de hoy. Una llamada telefónica, el sábado por la noche, de un colaborador del enigmático jefe de Estado norcoreano, Kim Jong Il, pidió el aplazamiento por razones "técnicas". El presidente surcoreano, Dae-Jung, tiene la impresión de que "como ya hemos esperado 55 años para esta reunión, podemos esperar un día más", dijo su portavoz.La península de Corea quedó dividida tras la IIGuerra Mundial. En junio de 1950, el Norte atacó al Sur provocando una guerra de tres años, en la que participaron 16 países y que causó entre 1,2 y 2 millones de muertos, según las fuentes. La contienda concluyó con la vuelta de los beligerantes a sus posiciones iniciales en el paralelo 38.
Deseoso de celebrar esta cumbre histórica a toda costa, el séquito presidencial surcoreano restó importancia ayer a este cambio de fechas, decidido por el único dirigente comunista que ha heredado el cargo de su padre, Kim Il Jong, fallecido repentinamente en 1994. "El Norte ha hecho esta petición para preparar mejor la cumbre", dijo Park Jae-Kyu, ministro de Unificación surcoreano.
En realidad, ni el ministro ni sus colegas saben exactamente a qué obedecen las razones técnicas alegadas. Sospechan que las especulaciones de la prensa surcoreana sobre cuál será el itinerario de la visita de Kim Dae-Jung han podido disgustar al régimen comunista, obsesionado con el secretismo. El portavoz del presidente sureño criticó a los medios de comunicación por propagar rumores que puedan tener "consecuencias negativas".
Puesta de largo internacional
Otra razón esgrimida es que, consciente del interés que suscita la cumbre, Kim Jong Il necesita más tiempo para su puesta de largo internacional. Pyongyang, la capital norcoreana, padece frecuentes cortes de luz que hay que subsanar y algunos de los hoteles en los que se va a alojar el séquito presidencial surcoreano son cascarones vacíos. Hace muchos años no viaja ninguna delegación de alto nivel a Pyongyang.
La ignorancia en Seúl del por qué del plazo adicional solicitado pone de relieve que, pese a la cita de mañana, preparada durante cinco sesiones de trabajo en la localidad fronteriza de Panmounjon, persiste una gran desconfianza. Prueba de ello es que el Sur exigió al Norte que, antes de iniciar la visita, firmase un memorándum garantizando la inmunidad y la seguridad de toda la delegación, incluido el puñado de periodistas autorizado a cubrir el viaje.
El retraso de la cita no ha mermado en absoluto el frenesí de los surcoreanos por todo lo que evoca un país descrito hasta hace poco como una tiranía infernal. La expectación popular la ilustran, por ejemplo, las tiendas que venden a precio de oro los pocos productos de consumo que exporta el vecino; los miles de teléfonos móviles que en Seúl utilizan como timbre de llamada la música de una canción norcoreana, Encantado de verte, o las camisetas que se regalan conmemorando el acontecimiento. Algunas empresas intentan sacarle partido, como el fabricante de automóviles Kia Motors, que pondrá a la venta un nuevo modelo llamado Summit (cumbre).
Kim Dae-Jung correría un grave riesgo político si toda esta ilusión colectiva quedase defraudada. De ahí que estos últimos tiempos, el presidente surcoreano se haya esforzado por rebajar algo las expectativas. "Lo que no seamos capaces de acordar de entrada será resuelto en un futuro segundo y tercer encuentro", declaró ante la Asamblea Nacional. Los diarios de Seúl especulan con que Kim Jong Il podría hacer en agosto el recorrido en sentido inverso.
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