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De los viejos leones a los jóvenes cachorros educados en Occidente

Oriente Próximo se desliza hacia un profundo cambio generacional. Jóvenes gobernantes, más interesados en la informática y en la economía que en la tradicional política de confrontación, están ocupando el poder en los países clave: Marruecos, Jordania o Siria.El ascenso ahora del sirio Bachar el Asad, 34 años, se produce poco después de los del rey Abdalá II, en Jordania, y del rey Mohamed VI, en Marruecos. Los tres son cultos, se han educado en Occidente y poseen una concepción de mundo muy diferente a la de sus padres. La vieja guardia árabe está representada por dirigentes como el presidente egipcio, Hosni Mubarak; el rey Fahd de Arabia Saudí, o el líder palestino, Yasir Arafat, a quien su pueblo le apoda cariñosamente "el viejo". Los tres han cumplido ya los 70 años.

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Siria es el tercer país del mundo árabe en el que, en el último año y medio, la jefatura del Estado pasa de manos de monarcas y gobernantes militares, que maduraron en la confrontación abierta con Israel, a manos de jóvenes cuyos intereses se centran más en la globalización que en el conflicto de Oriente Próximo. Los reyes Abdalá II y Mohamed VI, y el próximo presidente de Siria, tienen más interés en Internet y la informática que en el discurso de Mubarak. Es el nuevo Oriente Próximo.

El primero de estos cambios se produjo el 7 de febrero de 1999, con la muerte de Hussein bin Talal, soberano del reino hachemí de Jordania. Su fallecimiento puso fin a 47 años de reinado. El rey que lo sucedió, Abdalá II -tenía entonces 36 años y un máster en Ciencias Políticas de la Universidad de Georgetown, en Washington (la misma donde estudió el príncipe Felipe de España)-, recibió su formación militar en Sundhearst, en Inglaterra, y es un amante del automovilismo.

Cinco meses después murió el rey Hassan II de Marruecos, tras 38 años de reinado. Su hijo fue coronado a los 36 años como Mohamed VI. Es soltero, tiene un doctorado en Derecho y se ha educado en París; habla francés, inglés y español. También es un amante de las carreras de coches, además de general del Ejército.

Bachar el Asad, oftalmólogo, soltero, amante del músico inglés Phil Collins, que, a diferencia de su padre, habla un inglés fluido, se interesa por la alta tecnología y ha introducido el Internet en Siria. Ayer fue nombrado jefe del Estado Mayor del Ejército.

Esta serie de funerales ha dirigido la atención a la edad y a la salud de muchos de los líderes árabes que siguen gobernando. El hecho de que en países relativamente estables, como Siria y Egipto, no exista un sistema democrático encierra el peligro adicional de que se desaten luchas de poder.

Mubarak -que sucedió en 1981 al asesinado Anuar el Sadat- parece estar en buen estado físico, pese a ser un septuagenario. No ha nombrado un vicepresidente.

Otro país que afronta el cambio es Arabia Saudí, cuyo rey Fahd está gravemente enfermo desde hace meses. Su hermanastro Abdalá es el primero en la línea de sucesión, pero también tiene más de 70 años. A menos que la familia real saudí decida alterar la línea de sucesión, unos 25 hermanos y hermanastros pueden aspirar al trono.

También es una gran incógnita quién sucederá a Arafat, que el próximo 5 de agosto cumplirá 71 años. Ha sido el principal líder palestino desde hace 35 y su estado de salud es asimismo precario.

Al igual que el fallecido presidente sirio, Hafez el Asad, el iraquí Sadam Husein y el líder libio, el coronel Muammar el Gaddafi, subieron al poder en la ola general de movimientos anticolonialistas y antimonárquicos, que estalló en la mayoría de los Estados árabes en la década del sesenta y comienzos de la del setenta.

En realidad, en muchos países árabes, el poder está en manos de la generación de la IIGuerra Mundial. Dichos líderes maduraron durante el periodo colonial y la descolonización, cuando sus preocupaciones políticas eran lograr la independencia de los poderes occidentales y combatir el efecto de la creación de Israel.

Pero Bachar, como los demás cachorros, utiliza otro lenguaje. En una entrevista reciente, el joven Asad no tuvo palabras duras respecto a Israel, y dijo que está seguro de que si las tropas israelíes se retiraran del sur de Líbano (lo que se ha producido el mes pasado), el ala militar del grupo integrista Hezbolá se debilitará.

Los guerrilleros de Hezbolá, que han luchado contra la ocupación israelí en el sur de Líbano durante dos décadas, "tienen esposas, hijos, familiares y ambiciones en la vida", dijo Bachar, y afirmó que una vez que Israel no ocupe su país "volverán a la vida normal".

Por su parte, Abdalá II comentó que siente que su generación de líderes tiene la ventaja de haber estado libres de los intentos de asesinato y la inestabilidad política que marcaron el reinado de su padre, el rey Hussein.

Abdalá, especialmente próximo a los jóvenes príncipes que han de asumir el poder en la región del golfo Pérsico y con relaciones estrechas con Bachar el Asad, dijo también: "Muchos de nosotros hemos ido a los mismos colegios, nos gustan las mismas películas, hemos estado en los mismos restaurantes y nuestra forma de ver el mundo es similar". Y concluyó que "esto constituye una ventaja que la vieja generación no ha tenido".

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