Una cuestión de peso
¿Reconocerá Francia (57 millones de habitantes) que Alemania (82 millones) es un país de más peso físico en la Unión Europea y, por lo tanto, según la lógica democrática de representación poblacional, debería tener una representación mayor en las decisiones del Consejo Europeo? Esta pregunta clave, de la que depende una parte sustancial del acuerdo sobre los flecos del tratado de Amsterdam no se resolverá posiblemente en la cumbre que hoy mantendrán el presidente francés, Jacques Chirac, y el canciller federal alemán, Gerhard Schröder. El acuerdo franco-alemán sobre este tema y los otros flecos todavía no existe, aunque las posiciones de ambos países se han acercado mucho. Tampoco hay prisa para llegar a un acuerdo ahora, ya que por delante está toda la presidencia francesa y quedan más de seis meses para la cumbre de Niza, que el próximo diciembre, deberá dejar solventada la reforma institucional para que sea posible ampliar la Unión Europea sin bloquear sus mecanismos de funcionamiento.
A la toma de decisiones en el Consejo Europeo, las votaciones por mayoría cualificada, y al número y nombramiento de comisarios se le añade el problema de la cooperación reforzada y las distintas ideas para la confección de la carta de derechos fundamentales. En el juego del regateo en búsqueda de un nuevo equilibrio hay una carta escondida, la cuestión lingüística y la posibilidad de que Francia apoye el alemán como tercera lengua. No está cerrado. Los franceses se cuidan bien de no expresar un apoyo abierto al uso del alemán en la UE. Si lo hicieran, podrían encontrarse con una petición de Madrid para que el español sea también idioma de trabajo.
Francia y Alemania están de acuerdo en no incrementar el número de comisarios por encima de 20, lo que supone la renuncia de uno de los dos comisarios que tienen los países grandes, y coinciden también ampliamente en querer potenciar las cooperaciones reforzadas. Tras la visión europea expresada por JoschkaFischer en la universidad Humbold de Berlín, Alemania parece dispuesta a mantener una posición más discreta para que los franceses asuman su protagonismo y las tareas prácticas que corresponden a su presidencia sin sentirse avasallados por las visiones germanas.
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