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El comisario europeo Patten acusa a Solana de "usurpar" sus tareas en política exterior

El comisario europeo de Relaciones Exteriores, Chris Patten, digiere mal la presencia política de Javier Solana como Alto Representante de la Política Exterior y Seguridad Común (PESC) de la Unión Europea (UE). La introducción de la figura de míster PESC crea tensiones dentro de la Comisión y usurpa algunas de las funciones encomendadas al Ejecutivo comunitario, ha denunciado Patten en un documento entregado para debate al Colegio de Comisarios. El escrito no fue comunicado a Solana, quien ayer inició una visita de dos días a Kosovo durante la que exigirá a los albaneses que cesen de acosar a la minoría serbia.

Por vez primera, Patten ha expresado por escrito cierta frustración sobre la coordinación de la política exterior europea con Solana. "No hay crítica a su labor, ni nada personal. Ambos se tienen gran estima", señaló el portavoz del comisario conservador británico. El texto tenía que haber sido debatido ayer en la reunión semanal de la Comisión, pero fue pospuesto hasta una próxima por motivos de agenda."La creación, bienvenida, del Alto Representante de la PESC, que asume igualmente la función de secretario general del Consejo, no ha contribuido a resolver la tensión" que existe entre los Gobiernos de los Quince y los poderes comunitarios. "De hecho, ha dado lugar a nuevas complicaciones institucionales", afirma el comisario británico. "Podría también haber acrecentado la tendencia de la PESC a usurpar funciones que incumben a la Comisión", agrega al referirse a la crisis de los Balcanes, "que ha sido dejada como una carga onerosa para la Comisión".

Fuentes del Colegio de Comisarios interpretan las palabras de Patten como un "ejercicio de autoensalzamiento" de éste ante Solana, tal vez algo celoso del mayor protagonismo e influencia política que tiene el Alto Representante desde que llegó al cargo en octubre tras su paso por la secretaría general de la OTAN. La portavoz de Solana minimizó ayer el suceso: "Sólo hay tensión cuando dos partes lo quieren. Y por nuestro lado no existe ninguna tensión, sino la voluntad de sumar y coordinar esfuerzos".

En más de una ocasión, desde su llegada a Bruselas hace nueve meses, Patten ha recordado en contactos con la prensa su dilatada carrera política como presidente del Partido Conservador británico, ministro de Cooperación con Margaret Thatcher y último gobernador de Su Graciosa Majestad en Hong Kong, para hacer valer que no está dispuesto a ser tratado como una persona de segunda fila. E igualmente subraya sus buenas y estrechas relaciones con la Administración norteamericana.

El comisario pide en el documento más protagonismo para la Comisión en la política exterior de la UE y se queja del trato de los Quince con Bruselas: "Para caricaturizar nuestra posición se la podría comparar con la de un empleado doméstico encargado de preparar comidas cada vez más imponentes en una cocina minúscula y con pocos ingredientes. El anfitrión es felicitado por sus invitados por la vajilla y el alimento (que nuestros excelentes funcionarios logran hacer más o menos digerible). Pero el empleado doméstico es reprendido porque no es bastante rápido y es él quien debe poner otra vez todo en orden".

Patten ha asumido como compromiso prioritario desburocratizar la gestión de la ayuda exterior europea. El mes pasado presentó ante el Consejo de Ministros un plan para agilizar al máximo la ejecución de programas. "¿Qué sentido tiene comprometer ayudas como si fueran confeti si luego no somos capaces de distribuirlas con rapidez?", se preguntaba hace semanas en público al confesar "sentirse avergonzado por el atasco". Y señalaba, como ejemplo de retrasos, que no haya llegado aún a Honduras y Nicaragua ni un solo euro de los 250 millones aprobados para la reconstrucción de los dos países centroamericanos tras la catástrofe del huracán Mitch en noviembre de 1998.

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Las trabas burocráticas y la escasez de personal han dificultado la gestión del programa de ayuda exterior europea que ha aumentado considerablemente en esta década, especialmente a raíz de la crisis de los Balcanes. Actualmente, la estricta política comunitaria exige sortear casi un centenar de reglamentos y numerosos comités de gestión antes de que el dinero llegue al destinatario. La Comisión sostiene que si se mantiene el actual ritmo, la ayuda total comprometida con los países mediterráneos después de 1996 tardará 8,75 años en completarse, siete años en el caso de Asia y 6,5 en el de Latinoamérica. Hay más rapidez para los Balcanes (2,52 años). En 1999 había un retraso de ejecución de 21.000 millones de euros.

"Los británicos solemos tener la cabeza fría y no me gustaría dar un golpe de escena, pero la actual política de desarrollo de programas es difícilmente sostenible", confesaba Patten a este diario el lunes al ser preguntado si se planteaba dimitir en caso de que la reforma presentada al Consejo no salga adelante.

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