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Las dificultades de un Gabinete minoritario con aliados de conveniencia

En Israel dicen que "ésta es una tierra que devora a sus habitantes" y ayer lo pudo comprobar en su propia carne el primer ministro Ehud Barak cuando el Parlamento aprobó ayer en lectura preliminar tres proyectos de ley para su disolución y la convocatoria de nuevas elecciones generales.También lo comprobó su predecesor, el derechista Benjamín Netanyahu, cuyo Gobierno cayó en condiciones similares en diciembre de 1998, tras sólo dos años y medio en el poder. Inmensamente más grave fue el caso del laborista Isaac Rabin, asesinado el 4 de noviembre de 1995 por un ultranacionalista judío opuesto a su política de paz, como lo están en lo que respecta a Barak los tres diputados que presentaron los proyectos de ley aprobados ayer y una parte considerable de los israelíes. Pero Barak ha batido un penoso récord, porque el ataque parlamentario se ha producido sólo 11 meses después de que formara su Gobierno, el 7 de julio de 1999, tras las elecciones generales del 29 de mayo de ese año, en las que derrotó a Netanyahu.

Ése es el precio que paga Barak por haber conseguido sólo 26 de los 120 escaños de la Cámara en las últimas elecciones, por crear una coalición de Gobierno imposible -con pacifistas de izquierda y ultrarreligiosos nacionalistas- y por su fracaso en afrontar el duro día a día de la política israelí. Aunque Barak lo niegue, se cree que nadie podrá salvarlo de una nueva consulta con el pueblo en el plazo de un año más o menos.

El hombre que pensó que había formado un Gobierno histórico, contradictorio, que incluía a los opuestos, a la derecha y a la izquierda, puede ser destruido por el gólem (el monstruo) que él mismo creó hace menos de un año. Hay quienes dicen que Barak, en cierta medida, fue el causante de su situación actual, que se trata del crimen y el castigo. Pero en realidad así de frágiles son las arenas movedizas de la política y la vida en Israel.

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