Toreo al natural

Hubo toreo al natural, que ya es noticia, y lo hizo un sevillano, Fernández Pineda, con gracia y personalidad, lo que es un mérito. Su primer novillo era blando, pero nobilísimo, y el torero, que exhibe cualidades, había avisado con unas buenas verónicas de recibo; después inició la faena con toreros ayudados por bajo que remató con un precioso cambio de manos y un largo pase de pecho. Continuó al natural en tres tandas con el denominador común de la decisión y el clasicismo. El toreo resultó emocionante y cálido, con pases cortos trazados en un palmo de terreno. La labor, sin embargo, fue de más a menos, y la prueba es que cortó una sola oreja después de matar con precisión.Fue a por todas en el cuarto, al que recibió a porta gayola. El toro manseó en el caballo y llegó encastado a la muleta. El toreo con la derecha fue emotivo y vibrante. Muy centrado en su labor, toreó con la izquierda con seguridad y ceñimiento. Mató por derecho y el presidente, incomprensiblemente, no le concedió la oreja solicitada por la mayoría.

Martín Antequera no es un virtuoso del toreo, pero nadie le podrá negar sus ganas de triunfo, su entrega, su arrojo y su enorme valentía. También así se puede ser torero. Su primero le dio una paliza, lo cual no mermó su ánimo; por el contrario, le plantó cara con gallardía y realizó una faena valerosa. De más calidad fue su toreo con la derecha al quinto.

El catalán Miguel Ángel perdió una oportunidad por culpa del presidente. Le tocaron dos inválidos de libro que se quedaron en el ruedo para desesperación de un chaval que atisba buenas maneras. La única beneficiada fue la empresa.