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Fujimori contempló la posibilidad de sacar el Ejército a la calle en la primera vuelta electoral

El Gobierno peruano pretende perpetuar durante cinco años más a la actual cúpula militar

La noche del pasado 9 de abril, primera vuelta de las elecciones presidenciales peruanas, 50.000 personas se congregaron ante el hotel Sheraton de Lima para vitorear al candidato opositor, Alejandro Toledo, y denunciar el fraude. El alto mando evaluó con el presidente Alberto Fujimori la posibilidad de sacar el Ejército a la calle porque el palacio de Gobierno estaba amenazado por los manifestantes. "Se juzgó que no era pertinente porque los generales no podían garantizar que sus comandantes obedecerían. No sabían si los tenían de su lado", asegura una fuente muy vinculada a los militares.

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¿Hasta dónde llega la lealtad de los militares a Fujimori? Éste es el gran interrogante. La misma fuente señala que Fujimori y su brazo derecho y jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), Vladimiro Montesinos, "han provocado la reaparición de una corriente opositora en las filas militares, que ya existe desde la época de Alan García (1985-1990)". En aquellos años había dos agrupaciones clandestinas en las Fuerzas Armadas: Comaca -comandantes, mayores y capitanes-, que reunía a los cuadros bajos e intermedios que se oponían a la política del alto mando, y León Dormido (el Ejército es un león y lo han despertado).Pero eso era antes, cuando los uniformados se atrevían a manifestar abiertamente su disgusto. Ahora han aprendido a callarse.Todas las fuentes consultadas por este diario pusieron como condición previa el mantenimiento del anonimato. El poder de Montesinos y el SIN sobre las Fuerzas Armadas es absoluto. "Es algo parecido a lo que era la Rusia estalinista. Hay una vigilancia absoluta sobre los oficiales basada en los soplones. El que da información sobre alguien que está haciendo algo que no le gusta al Gobierno gana puntos, y estos puntos son muy importantes para ascensos y destinos de relevancia. Esto ha llevado a una situación de absoluta desconfianza en la que nadie sabe quién es quien, todos tienen miedo de hablar delante de sus compañeros por miedo a la delación. En las reuniones sociales, por ejemplo, las esposas y los oficiales tienen miedo de hablar sobre política".

Varios estudiosos del tema militar coinciden en detectar un creciente malestar en las Fuerzas Armadas. "Han estado jugando a la política del elástico y han descubierto que resiste más de lo que creían. Han estado tirando y tirando, pero en algún momento se va a romper y el elástico les rebotará en la cara". La oficialidad, a partir de capitán, está ampliamente en contra de la política de Fujimori y Montesinos, aseguran.

Con la intención de conjurar ese riesgo de deslealtad, Fujimori pretende perpetuar cinco años más la actual cúpula militar. Veintidós generales constituyen la guardia pretoriana del controvertido régimen. Leales a toda prueba, pertenecen, en su conjunto, a la promoción que se graduó en la Academia Militar de Chorrillos en enero de 1966. La misma de la que salió Vladimiro Montesinos.Los 22 generales deberían pasar a retiro al concluir el año, por cumplir 35 años de servicio -la ley vigente señala que el retiro corresponde a los 58-60 años de edad, o a los 35 de servicio-. Pero el tándem Fujimori-Montesinos ya trabaja sigilosamente en la redacción de un proyecto de ley para ampliar a 40 años dicho plazo.

"En vez de tener que buscar nuevos fieles entre los coroneles y ascenderlos a generales, ya tienen a esta veintena de una lealtad inquebrantable. La mejor opción es, pues, mantener a estos generales cinco años más en servicio activo, que es idéntico periodo al nuevo mandato de Fujimori", comenta una fuente con inmejorables contactos con los militares.

Malestar

El proyecto despierta resquemores entre los uniformados, especialmente en las promociones más jóvenes, ya que una ley de tales características se convertiría en una tapón que frenaría los ascensos. "Querían aprobarla ya, pero finalmente no se han atrevido antes de las elecciones, porque Fujimori necesitaba el apoyo de las Fuerzas Armadas. Están a la espera de que el presidente jure el 28 de julio para aprobar la ley en agosto, septiembre u octubre".

Es el único caso en la historia del Ejército peruano: ocho generales de división y 14 de brigada de una misma promoción repartidos en puestos clave de la cúpula de las Fuerzas Armadas formada por los tres comandantes generales (Ejército, Marina y Fuerza Aérea), tres jefes de Estado Mayor, tres inspectores y los 18 jefes de región. Montesinos ha ido colocando hábilmente a sus peones, pertenecientes a su promoción. El jefe del poderoso aparato de espionaje estudió secundaria en el Colegio Militar Francisco Boloñesi de Arequipa hasta los 16 años, cuando ingresó en la Academia Militar de Chorrillos. Se graduó como alférez del arma de Artillería, en la que obtuvo el número 8 de 14 alumnos. El número 2 fue para el general José Villanueva Ruesta, jefe del Ejército y presidente del mando conjunto de las Fuerzas Armadas.

Fujimori unificó en el SIN los siete servicios secretos que existían anteriormente. La medida resultó eficaz en la lucha contra Sendero Luminoso, pero el problema empieza cuando el enemigo deja de ser la subversión y pasa a ser la oposición política legal y la oposición dentro de las Fuerzas Armadas.

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