Tres valientes artistas
La novillada resultó muy entretenida, con momentos de gran sabor taurino gracias a que se reunieron tres jóvenes que quieren ser toreros. Ahí es nada. Los tres, en mayor o menor medida, son valientes y artistas, condiciones imprescindibles para el triunfo. El único que falló fue el ganadero, que envió novillos sin fuelle, bondadosos, pero sin la codicia necesaria para que la bravura se convierta en emoción.Por allí estuvieron José Luis Osuna, que apunta torero caro; Francisco Javier Corpas, maduro y artista, y Curro Javier, valiente y animoso. Una bicoca, porque no es fácil encontrar a tres jóvenes que demuestren la decisión y la torería que derrocharon estos ayer en La Maestranza.
Guadalest / Corpas, Javier, Osuna Novillos de Guadalest, desiguales, blandos y nobles; el 3º, devuelto por inválido
Francisco Javier Corpas: oreja y ovación. Curro Javier: ovación; aviso y ovación. José Luis Osuna: oreja; aviso y palmas. Plaza de la Maestranza, 30 de mayo, novillada de abono. Media entrada.
Osuna deleitó a aficionados y turistas con un toreo de muchos quilates. Maneja el capote con gracia, en especial el toreo a la verónica, y con la muleta es artista y seguro. En su primero, se colocó en el lugar adecuado, alargó la mano con temple y con ligazón y emocionó con naturales y redondos abrochados con largos de pecho. Se adornó con armonía y entró a matar como mandan los cánones. El sexto era más blando, lo cual no le impidió arrancarle preciosos naturales. Sin embargo, se puso pesado, mató mal, lo avisaron y echó un borrón. Nadie es perfecto.
Su compañero Corpas ofrece la imagen de un torero maduro, fino y elegante. Muy decidido, recibió a su primero a porta gayola, aguantó tres frenadas consecutivas del animal y lo veroniqueó con gracia. Se lució con la muleta con un toreo clásico. La faena fue medida, pero no arrolladora a causa de la falta de fuerzas del animal. En el cuarto tuvo peor suerte, le tocó el manso y deslucido de la tarde, con el que estuvo valiente y porfión, que es lo único que podía hacer.
Curro Javier no quiso quedarse atrás y toreó con largura y templanza al quinto, otro nobilísimo y sosote novillo, con el que se lució por ambas manos. La faena, con altibajos, fue bonita, pero de escasa emoción. Más viva fue, sin embargo, su labor ante el segundo, que desarrolló violencia en la muleta. Javier le plantó cara con gallardía, con un toreo acelerado y poco dominador, pero, sobre todo, valiente.
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