Irlanda del Norte recupera su autonomía Londres devuelve los poderes al Ulster tras lograr el líder unionista el respaldo de su partido
ENVIADA ESPECIALIrlanda del Norte vuelve a tener su autonomía. El Gobierno británico respondió ayer a la histórica decisión adoptada por el Partido Unionista del Ulster con aquello que anhelaba la mayoría del pueblo del Ulster: la devolución de los poderes que les fueron arrebatados en los años setenta, que recuperaron en noviembre y que perdieron dramáticamente de nuevo en febrero, cuando se colapsó el proceso de paz por falta de avances en el desarme. Ayer, poco después del sí de los unionistas a volver a un Gobierno con el Sinn Fein, el ministro británico para el Ulster, Peter Mandelson, firmó la Ley de la Restauración. El Gobierno del Ulster volverá a ser realidad el martes.
Ningún sondeo formal pudo recoger tan temprano la reacción de la gente al histórico sí que logró el líder unionista, David Trimble. Pero nadie pudo cerrar los ojos a la ola de alivio que recorrió la mayoría de los despachos, calles, tiendas y barrios de Irlanda del Norte al conocer la noticia. Y es que todos sabían su significado: el Ulster volvía a tener Gobierno y Asamblea autónomos.
"Ahora Irlanda del Norte tiene una segunda oportunidad para hacerlo bien, para desarrollar plenamente el Acuerdo de Stormont que votaron los pueblos del Norte y Sur de Irlanda en referéndum y poner fin a la violencia", declaró Mandelson desde su residencia oficial en Belfast, el castillo de Hillsborough. "Es un buen día para Irlanda del Norte, y felicito a David Trimble por el gran avance que ha logrado". Minutos antes, acababa de estampar su firma sobre la ley que devuelve los poderes del Ulster, que hasta ahora desempeñaba el Parlamento de Westminster, a la Asamblea de Stormont, suspendida el pasado febrero.
"La decisión del Partido Unionista del Ulster abre el camino a la restauración", aseguró en Dublín el primer ministro irlandés, Bertie Ahern. "Queremos felicitar a esos políticos por el compromiso que han adoptado. Ahora por fin se abre paso a todo lo que anunciamos en Hillsborough".
Desmilitarización
Se refería Ahern al acuerdo que alcanzó el pasado 6 de mayo en el castillo de Hillsborough con su homólogo británico, Tony Blair, para devolver la autonomía al Ulster en los días finales de este mes. Ese acuerdo resucitó el vigor perdido del Acuerdo de Stormont, paralizado desde que Mandelson suspendió el Ejecutivo en febrero para evitar la dimisión de Trimble, primer ministro del Ulster, ante la falta de avances en el desarme. Además de la restauración, ambos primeros ministros acordaron en Hillsborough la normalización de la provincia en el plazo de un año, que en la jerga norirlandesa supone la desmilitarización. Todo ello si se producía el anuncio del IRA de inutilizar sus armas, lo que ocurrió horas después.
Los partidos norirlandeses, por tanto, se preparan ya para volver el martes a tomar asiento en el Gobierno tras la fiesta de Pentecostés del lunes. Trimble vuelve a su cargo de primer ministro; Seamus Mallon, miembro del Partido Socialdemocrático y Laborista del Ulster (SDLP), a su puesto de viceprimer ministro. Y de los diez ministros que componen el Ejecutivo, sólo quedaban ayer dudas sobre los dos que son miembros del ultraortodoxo Partido Unionista Democrático, de Ian Paisley, que esperarán al martes para decidir si vuelven al Ejecutivo. Los otros ocho se reparten así: tres ministros del UUP, de Trimble; tres del SDLP y dos del Sinn Fein.
No habrá un camino de rosas para el nuevo Ejecutivo. Para el bando unionista es un constante sacrificio sentarse en el Gabinete ante quienes considera terroristas, especialmente Martin McGuinness, número dos del partido y ministro de Educación de Irlanda del Norte. No hay nada que aterrorice más a los unionistas que mentar la desgracia de tener a sus hijos bajo el cuidado de Martin McGuinness, que nunca ha podido ocultar su pasado en el liderazgo del IRA. Su gestión al frente del Ministerio de Educación en las 11 semanas que duró el Ejecutivo, sin embargo, no dejó más que un buen sabor de boca a todos los colegios, protestantes o católicos. El flamante ministro del Sinn Fein logró aprobar importantes presupuestos, con los que numerosos colegios que estaban hundidos en la miseria, con las clases trasladadas a caravanas móviles ante el peligro de derrumbe de los edificios, van a ser reconstruidos. Otro estilo, sin embargo, impuso la otra ministra del Sinn Fein, Bairbre de Brun, que en la breve andadura del Gobierno decidió abrir una equipada maternidad en el hospital de la zona católica de Belfast y cerrar la del hospital de la zona protestante. Una política sectaria que no obtuvo más críticas que la decisión de los dos, McGuinness y De Brun, de arriar la bandera británica de sus edificios.
Políticas sectarias
Aquellos problemas tendrán nuevos debates, y nuevos enfrentamientos. Los ministros tendrán que reajustar sus mecanismos de decisión y la Asamblea tendrá que crear más sistemas de control que eviten las políticas sectarias, según han coincidido varios partidos. Pero nadie ha perdido el tiempo, y los políticos se presentarán la próxima semana con varios proyectos bajo el brazo. El martes, otra vez, los políticos volverán a hacer política, y no a hablar de política.
"Los representantes de nuestro pueblo volverán a sentarse juntos, como en las 11 semanas que duró el Ejecutivo, y volverán a hacer política", declaró ayer John Hume, el líder del SDLP y premio Nobel de la Paz de 1998, junto con David Trimble.
McGuinness y el presidente del Sinn Fein reaccionaron también con gran alegría a la restauración de los poderes autónomos. "Quiero rendir tributo a los que han votado sí. Es la oportunidad que esperábamos para seguir adelante", declaró McGuinness en Belfast. "Ahora todos deben cumplir sus compromisos", dijo Adams desde Nueva York.
Cuando Trimble habló a los periodistas después del consejo unionista, no pudo evitar oír la pregunta tantas veces repetida: "¿Cómo se dirigirá a los ministros del Sinn Fein el martes?" Y también como siempre respondió: "Como lo he hecho hasta ahora". En otras palabras: sin tiros y con palabras.
"Es el mejor momento de mi vida"
Los jóvenes que anoche alzaban un whisky en la barra del pub Flannigan's, de Belfast, lo hacían, decían, como un brindis a lo ocurrido ayer en el Ulster. "Las cosas se resolverán y esperemos que la gente consiga pronto la paz que ha querido para sus hijos", decía Johnny, de 26 años. Él jamás ha conocido un momento tan bueno como los dos últimos años, en los que el fin de la violencia ha permitido un auge de la economía esperanzador para una provincia duramente castigada durante 30 años. "Yo estoy feliz por la devolución, pero quiero ver el desarme del IRA cerca", aseguraba David, de 23 años. "Yo también", le apoyaba su amigo Simon, de 26 años. "Es una situación de gran esperanza, pues por fin tendremos un Gobierno y una paz".Una lluvia fina limpió anoche el aire de Belfast, y los jóvenes caminaban alegres hacia las tabernas de la capital. Los turistas abarrotan la ciudad, rompiendo el récord del millón de visitantes en 1999, y la era de las tanquetas de la policía en las noches de la capital norirlandesa ha terminado. En su lugar sólo crecen como hongos los locales de salsa, los restaurantes orientales, los bailes, conciertos y una apasionante vida nocturna que está atrayendo semanalmente a visitantes de todos los rincones de la isla.
Los atentados indiscriminados han terminado en Irlanda del Norte, con los mayores grupos terroristas en alto el fuego, pero una violencia de baja intensidad se ha instalado ya de forma tan rutinaria que apenas cobra interés en las páginas de los periódicos. El pasado jueves, por ejemplo, un hombre murió asesinado en un barrio protestante de Belfast, en lo que la policía describió como un ajuste de cuentas interno en una de las bandas paramilitares lealistas. En otras ocasiones son golpes en las rodillas con bates de béisbol, pero siempre se trata ya de una violencia interna de los propios grupos armados.
Por ello, para un pueblo que conoció 3.200 muertos en 30 años, aproximadamente un cadáver cada tres días, lo que ahora sucede es la paz. "Tomará años que aprendamos a trabajar juntos, es algo que no ocurrirá la próxima semana, cuando vuelvan a sentarse juntos en el Gobierno, pero lo conseguiremos", aseguraba ayer Jo, de 30 años y tres hijos, católico. "Éste es el mejor momento de mi vida", decía Brenda, de 43, también católica. Ella, como el 71% de los norirlandeses, votó sí en el referéndum que hace dos años aprobó el Acuerdo de Stormont, por el que los principales partidos del Ulster intentan poner fin al conflicto armado. Aquel acuerdo fue alcanzado con el respaldo activo del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, que ayer se sumó al rosario de felicitaciones. "Estoy encantado con los históricos desarrollos de hoy; el proceso de paz en Irlanda del Norte está de nuevo en la senda correcta", declaró Clinton.
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