Alfombra roja
El Festival de Cine de Málaga ya es mayor. Hace dos años, cuando nació, era una cosa buena para los aficionados al cine, que por menos dinero que en una sala comercial, podían disfrutar películas que casi con toda seguridad no iban a asomar a las salas comerciales de la ciudad. El Teatro Cervantes, sede social del evento, desparramaba cada noche una discreta alfombra azul escaleras abajo y los pocos curiosos que se acercaban por allí podían incluso comentar la película que acababan de ver con sus propios protagonistas.Este año no. La cosa ya se ha consolidado. El festival ha multiplicado su presupuesto y también la nómina de estrellas. Y, un dato importante, la alfombra ha cambiado de color. Ahora es roja. Por eso, el viernes por la noche todo el que tenía que pisarla estaba muy metido en su papel y dispuesto a dar el campanazo.
Pero en Málaga, que se olviden. La que da siempre el campanazo más gordo es la ex alcaldesa, Celia Villalobos, que decidió el viernes por la noche olvidar sus primeros momentos de estrés como ministra de Sanidad y darse un baño de multitudes subida en la alfombra. Villalobos rompió totalmente con el modelo traje-largo-más-echarpe escogido por el resto de concejalas populares que acudieron a la gala, y se descolgó con un traje negro de chaqueta y pantalón que cortó la respiración a más de uno: debajo de la chaqueta cruzada lucía una camiseta de malla transparente que, en el juego chaqueta que se abre, chaqueta que se cierra, enseñaba su pecho desnudo. Todo un flash.
Villalobos fue la primera. Llegó incluso antes que su sucesor en la alcaldía, Francisco de la Torre, mucho más clásico con traje de chaqueta convencional, y obligó al encargado de protocolo de la noche, el concejal de Cultura Antonio Garrido, a lucir por dos veces su imponente humanidad enfundada en camisa de seda por la alfombra, acompañando en el paseíllo a ambos. Porque Villalobos no se resigna a dejar del todo el puesto de primera dama malagueña.
La suerte fue que los parones en la llegada de estrellas permitieron disfrutar detenidamente de todos y cada uno de los que entraban: el otrora bellísimo actor cubano Jorge Perugorría, perdido de kilos desde que se afincó en España; la maestra de ceremonias, la malagueña María Barranco, que aparte de lograr una gala inaugural ágil y entretenida hizo su aportación a la vorágine del lenguaje políticamente correcto acuñando el neologismo actora (femenino de actor, claro), el veterano Juan Luis Galiardo, María de Medeiros, Ruth Gabriel, Nathalie Seseña y un largo etcétera de caras famosas. Tal era el entusiasmo que cuando hizo su entrada el secretario provincial de CC OO, Francisco Gutiérrez, más de uno en el público dijo: "¿Pero no parece George Clooney?" Cosas de la alfombra roja.
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