Una sorpresa desagradable

Unas breves líneas, si se me permite, en relación al Trofeo Rock Villa de Madrid 2000, que se celebra actualmente.En el día de hoy, el jurado ha hecho públicos los diez grupos que, de los cuarenta seleccionados para la primera fase, accederán a la semifinal.

Vaya por delante la puntualización de que yo no tengo intereses en este certamen. De paso por Madrid, acudí por curiosidad a las diferentes pruebas, que escuché con atención.

Ahora he quedado desagradablemente sorprendida por la decisión de los jueces.

En general, se ha premiado el ruido, el gesto absurdo, la voz apagada por el estruendo gratuito de guitarras y baterías, la letra infantil de tópica protesta, la falta de melodía.

Muchachos que cuidaron el texto de sus canciones, la interpretación, el volumen del sonido, la claridad de la palabra y la belleza de su música han quedado, de forma paradójica, en la cuneta.

Ni por asomo pretendo insinuar que el concurso esté amañado por la presión de intereses comerciales.

Pero digo que el criterio e independencia de los jueces no debería estar subordinado a modas pasajeras de escaso futuro.

Dicho de otra manera, les aconsejo que, para próximas ediciones, aprendan a afinar sus oídos y a distinguir lo perdurable de lo efímero.

Antes de finalizar esta carta me gustaría enviar unas frases de ánimo a esos grupos que, con meritos más que suficientes, han visto truncadas momentáneamente sus ilusiones por un error evidente de juicio.

Lo bueno tarde o temprano sale a flote. El resto es flor de un día.- .