"El repliegue ha sido humillante para mis soldados"

El general Antonie Lahad, responsable de la milicia prosionista, Ejército de Liberación del Sur de Líbano (ELS), acusó ayer públicamente a Israel de haber humillado a sus soldados, cuando éstos trataron de salir precipitadamente del país y refugiarse en territorio israelí, ante el avance de Hezbolá. "El repliegue ha sido irracional y contrario a la razón. Ha sido humillante para mis soldados", ha asegurado el general Lahad, el máximo responsable de la ELS en unas declaraciones a una emisora de radio israelí.La actitud dolida de Lahad es cuanto menos sorprendente, ya que cuando se difundieron las primeras noticias de las rendiciones de sus soldados en masa en el sur de Líbano, síntoma claro de una descomposición creciente, él se encontraba en París de donde no se movió hasta el martes al mediodía, cuando regresó a Israel. Lahad permaneció en la capital francesa con la excusa de que trataba de lograr refugio para 200 de sus oficiales, excluyéndose él, que goza de pasaporte francés y casa en París. Lahad permanece ahora con sus hombres en la urbanización turística del Tiberiades, donde estarán alojados, junto con sus familiares, durante tres meses, mientras planean su futuro.

Este general libanés, cristiano, amigo de la paella y del flamenco, deberá explicar algún día las razones por las que decidió abrir las filas de su milicia cristiana a las fuerzas shiíes, posibilitando así la infiltración de Hezbolá entre sus mesnadas, lo que facilitó algunas de las operaciones más espectaculares que la milicia islamista efectuó en los últimos años contra el Ejército israelí.

El mando militar de Israel, consciente de la descomposición interna del ELS, había tratado inútilmente de limitar su importancia estratégica, retirándole atribuciones sobre determinadas funciones, como por ejemplo los servicios secretos, que fueron asumidos totalmente en la zona por soldados del Ejército de Israel. Se inició así un proceso de desconfianza y de resentimiento mutuo que culminó hace tres días con la capitulación de un batallón shií del ELS a las fuerzas de Hezbolá. Esta rendición fue el principio de la desbandada.