"Ni siquiera pudimos arriar la bandera"
"Ni siquiera nos dio tiempo de arriar la bandera como es debido. Salimos precipitadamente. Suerte que antes pudimos cantar el himno nacional". Entre el dolor amargo de la derrota y la alegría del retorno a casa, los últimos soldados israelíes empezaron ayer a abandonar la franja ocupada del sur de Líbano. En su huida apresurada les acompañaban los milicianos del Ejército de Liberación del Sur de Líbano (ELS), ayer firmes aliados, hoy en opinión de muchos israelíes, "unos traidores, cuyo pánico ha precipitado el repliegue, convirtiéndolo en un caos".Metula, a 221 kilómetros al norte de Jerusalén, es un inmenso rompeolas. En la explanada que bordea el paso fronterizo -Puerta de Fátima en el lado libanés y Buena Verja en el israelí- coincidieron ayer al mismo tiempo las milicias prosionistas del general cristiano Antoine Lahad (el ELS) y los últimos pelotones de las fuerzas israelíes, que han estado durante 22 años controlando y administrando conjuntamente una franja de Líbano de 850 kilómetros.
Los soldados israelíes salieron por la noche, cuando faltaban aún varias horas para apuntar el alba, empuñando en sus manos los M-16 y los teléfonos portátiles desde los que pudieron despertar a familiares, dándoles las primeras noticias de una retirada que la censura militar mantuvo embargada durante cinco horas.
"Estamos en casa. Estamos saliendo. Siento el orgullo de ser uno de los últimos soldados israelíes que abandona Líbano", anunciaba un militar de la brigada Galani a gritos, desde lo alto de una plataforma de un camión que lo llevaba a casa junto con otros 120 compañeros. Las palabras y los gestos eufóricos de ese militar israelí contrastaban con el rostro triste y abatido de algunos de sus compañeros, políticamente más concienciados, para quienes la salida de Líbano es el fruto de una derrota.
"Ni siquiera nos dio tiempo a arriar la bandera como era debido. Nos hicieron salir precipitadamente", asegura otro soldado, hasta hace pocas horas miembro de la guarnición del puesto de Bint Jbail, un importante puesto de transmisiones, situada en el mismo corazón de la franja libanesa.
Refugio para los milicianos
Los milicianos del Ejército de Liberación del Sur de Líbano, de civil, acompañados de sus esposas, hijos y en algunos casos de sus padres, llegaron al puesto fronterizo de Metula mucho más tarde, cuando ya se había hecho de día y habían concluido los interminables interrogatorios a que les sometieron los servicios secretos. Llevaban un día de espera en Kfar Kila, de los que salieron para ser conducidos a una urbanización residencial a orillas del Tiberiades, donde durante tres meses disfrutarán de unas inesperadas vacaciones.
"¿Por qué luchamos, comimos y morimos juntos durante 22 años? Si fuera israelí estaría avergonzado del Gobierno y del trato que nos está dando. Hemos sido aliados de Israel como ellos son de los americanos", se quejaba amargamente uno de los milicianos.
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