Iglesia y guerra civil
En las páginas de Opinión de este diario, el 15 del corriente, el teólogo José María González Ruiz critica muy duramente, y con razón, las graves palabras con que Ian Gibson responde a la pregunta de un periodista sobre la "desmemoria a la que se acoge la Iglesia católica, que se niega a pedir perdón por sus pecados en la guerra civil".González Ruiz, hombre de reconocido talante abierto y dialogante, aprovecha la ocasión, también con razón, para asegurar "que la primera institución española que pidió perdón por su parte de culpa en la guerra civil fue precisamente esa Iglesia española, invocando la Asamblea Conjunta de Obispos-Sacerdotes de 1971.
Mi opinión es que la brutal condena de Gibson, en los términos en que lo hace, está fuera de lugar, pero también me temo que en la defensa de González Ruiz hay algo de apología. En el intento de conseguir una cierta mesura, no me parece ocioso formular una pregunta y realizar un afirmación. La pregunta -dirigida al teólogo- es: ¿qué otra institución, sino la Iglesia, estaba obligada a pedir perdón?, ya que fue la propia Iglesia la que ofreció un testimonio que, sin exageración, cabe calificar de antievangélico.
La afirmación es que la Iglesia española no llegó a pedir perdón. Ejemplar fue, sin duda, su actitud en 1971, en la citada asamblea, en su célebre proposición 34, al manifestar que no supieron "ser verdaderos ministros de reconciliación en el seno de nuestro pueblo, dividido por una gran guerra entre hermanos". Sin embargo, por falta de quórum, no se llegó a formular una petición oficial de perdón. No obstante, aquéllos eran otros tiempos y otras actitudes, eclesiales, me refiero.- . .
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