Sorpresa desagradable
Sólo unas líneas para aclarar que me he llevado una desagradable sorpresa al ver mi nombre insertado en unas negritas de su periódico, bajo el epígrafe "críticas muy peligrosas", en el reportaje publicado en la página 18 de la edición del pasado domingo. Es cierto que el entrecomillado que me atribuye el redactor corresponde a lo que quise expresar en una entrevista personal que mantuve con él días antes de la publicación del reportaje. No lo es, sin embargo, la expresión "repartir leña generosamente" y menos aún que me pa rezca "saludable", por no comentar la subjetiva apreciación "él lo hace cada día en su artículo de opinión".Quiero suponer que algún misterio informático impidió que llegara a la Redacción de EL PAÍS un correo electrónico (enviado en dos ocasiones a petición del redactor) en el que preciso mi opinión. Hubiera bastado con este párrafo: "No tengo miedo, pero sí una enorme preocupación sobre lo que pueda hacer ETA contra mis compañeros de profesión. Creo que es necesario hacer compatible el derecho a la crítica con una radical defensa del derecho a la vida. Me parece un error establecer una relación de causa-efecto entre la crítica a un periodista que emite opiniones públicas y su asesinato. Reivindico el derecho a discrepar sin que nadie se sienta coaccionado por el temor a sufrir los terribles efectos de la violencia".
Por si quedara alguna duda, suscribo la opinión de Vázquez Montalbán publidada en EL PAÍS este mismo lunes: "Captemos que a la violencia etarra se le está oponiendo una alienación uniformadora y cualquier crítica que se haga a cómo conduce el PP su política en el País Vasco se considera apología indirecta del enemigo". Envidio la libertad de Vázquez Montalbán para escribir sin que EL PAÍS considere su crítica "muy peligrosa".
Juzguen ahora los lectores si merecí figurar bajo el título de "críticas muy peligrosas" en una información relativa al asesinato de López de Lacalle. Eso sí que es muy peligroso.- .
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