Wojtyla pidió ayuda para Angola, Timor y Mozambique
La jerarquía portuguesa ve colmadas sus aspiraciones con la visita del Pontífice
Juan Pablo II aprovechó la beatificación de los pastorcillos de Fátima para reclamar la pacificación y ayuda a las ex colonias portuguesas, algunas de las cuales atraviesan gravísimas crisis,producto de largas contiendas o catástrofes naturales. El Papa solicitó a María "que obtenga la reconciliación del pueblo angoleño, lleve consuelo a los afectados por las inundaciones en Mozambique, vele por los pasos de Timor Lorosae (Oriental), Guinea-Bissau, Cabo Verde, São Tomé y Príncipe y proteja la unidad en la fe de los hijos e hijas de Brasil".Tuvo una mención especial para los países de lengua portuguesa, pero se concentró expresamente en la reconciliación de Angola, que sufre una guerra civil desde hace más de 25 años, con centenares de miles de víctimas, miles de mutilados por minas antipersonas y más de tres millones de desplazados. Precisamente en ese país la Iglesia promueve desde hace meses, sin éxito, la apertura de un proceso de diálogo entre el Gobierno de José Eduardo dos Santos y la guerrilla de UNITA, que dirige Jonas Savimbi.
Juan Pablo II no olvidó la necesaria ayuda al pueblo de Mozambique, azotado por inundaciones que arrasaron el sur del país y han hecho retroceder varias décadas el desarrollo alcanzado, y solicitó el socorro de la Virgen para Timor Oriental, prácticamente destruido por el Ejército y las milicias indonesias después de que el referéndum del pasado 30 de agosto abriera las puertas para la independencia del territorio. También en Timor Oriental los responsables católicos, encabezados por el obispo de Dili y premio Nobel de la Paz, monseñor Ximenes Belo, han desempeñado un papel muy importante en la pacificación.
En ese contexto, el Papa pidió también a la Virgen que guíe los pasos de Guinea-Bissau, donde aún hay conflictos entre la junta militar y los defensores del anterior presidente, y para Cabo Verde y la isla de São Tomé y Príncipe, que sufren condiciones de extrema pobreza.
La ceremonia de beatificación de los hermanos Marto, los más jóvenes beatos de la historia por la vía del milagro y no del martirio, concentró cerca de 150.000 vehículos en los alrededores del santuario portugués.
El presidente de la República, Jorge Sampaio; el primer ministro, el socialista y católico practicante António Guterres; la mayoría del Gobierno y el aspirante al trono portugués y duque de Braganza, Dom Duarte, ocuparon el palco de honor en la basílica de Fátima, convertida una vez más en uno de los centros de peregrinación más importantes del mundo católico. La beatificación de los pastorcitos y la revelación del tercer secreto de Fátima durante las 23 horas de visita papal colmaron los deseos de la cúpula eclesiástica portuguesa, que, desde hacía meses, reclamaba la presencia de Juan Pablo II en Fátima. Y así lo reconoció a su llegada a Lisboa el Pontífice, que en principio tenía previsto celebrar la beatificación en Roma.
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