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Timo de la 'estampita' a la africana

Cuatro personas estafan un millón y medio a un vecino de Puigcerdà al venderla una máquina de "lavar dinero"

El clásico timo de la estampita, en que un supuesto bobo vende un número de lotería premiado con una millonada, tiene también una modalidad africana que acaba de ser importada a Cataluña por cuatro avispados estafadores de Camerún y Ruanda, detenidos el pasado 1 de mayo por el Cuerpo Nacional de Policía de Puigcerdà. La base de este timo de la estampita a la africana, según denominación de la propia policía por su enorme éxito en este continente, es un extraordinario artilugio capaz de convertir el papel negro en dinero. Los estafadores consiguieron un millón y medio de pesetas de un vecino de Puigcerdà con uno de estos inventos para lavar billetes.El engaño se fundamenta en la capacidad de la tintura de yodo de ennegrecer cualquier billete de banco de curso legal, que puede volver a recuperar su estado normal mediante la aplicación de vitamina C. Los estafadores, ataviados con selectos ropajes y aparatosas joyas, realizan una escenificación en la que unos supuestos pedazos de papel tintado en negro se convierten en flamantes billetes de 10.000 pesetas. El éxito de la operación consiste en hacer creer que los papeles negros, empolvados en talco para darles un aspecto más sedoso y consistente, son unos negativos que permiten fabricar nuevos billetes por contacto. Estos papeles se venden junto con unos productos químicos muy especiales capaces de contribuir al milagro. Durante la operación de lavado de dinero, los timadores utilizan guantes y mascarillas para protegerse de la presunta gran toxicidad de los productos empleados. A una primera operación, con poco dinero, sigue otra en la que el estafado aporta una cantidad mucho mayor que puede ser duplicada.

El incauto debe permanecer a distancia para contemplar la operación. Después de ver aparecer ante sus ojos los billetes de banco, los estafadores le encandilan con la posibilidad de adquirir todos los utensilios y productos químicos. En el caso de Puigcerdà, los estafadores introdujeron los 150 billetes de 10.000 facilitados por el estafado, previamente ennegrecidos, entre papeles negros que debían convertirse también en billetes de curso legal. Durante la operación el paquete fue cambiado, sin que el timado se diera cuenta, por otro sin billetes. Los estafadores aseguraron que había que esperar dos horas para completar el proceso y prometieron volver, pero ya no aparecieron.

El vecino de Puigcerdà no denunció la estafa. Sólo lo hizo cuando al cabo de un tiempo otro grupo de africanos le escogió también como víctima del mismo engaño. La policía, sobre aviso, les detuvo in fraganti.

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