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Reportaje:

Del oficio a la fábrica

Cada ciudad recoge en su seno las señales de su evolución, signos que le imprimen personalidad propia y que dan constancia de los principales acontecimientos ocurridos a lo largo de la historia.Uno de los momentos de mayor efervescencia de la ciudad de Valencia y que más marcas dejó de su paso se produjo a finales del sigo XIX, cuando la ciudad fue escenario de numerosas transformaciones, y de una aceleración en el ritmo en que éstas se produjeron. En este marco, a caballo entre el Antiguo Régimen y la Revolución Industrial, aparece La Maquinista Valenciana, una empresa familiar con antecedentes puramente artesanales, pero empapada del nuevo espíruto expansionista e innovador.

Labor Omnia Vincit (el trabajo todo lo vence) no fue sólo el lema de La Maquinista, sino que resume el espíritu de toda una època.

La historia de la fábrica, fundada en 1880 por Francisco Ciment, estará íntimamente relacionada desde su creación con la de la familia Ciment. Ubicada extramuros, en la calle de Buenavista (en la actualidad Matemático Marzal) del barrio de Sant Vicent de la Roqueta, el coste total de su construcción fue de 25.000 pesetas, cifra que se gastó en acondicionar los algo más de 2.200 metros cuadrados en los que empezaron a trabajar 120 obreros.

La fábrica se puso en funcionamiento incluso antes de que sus instalaciones estuvieran terminadas. En un primer momento La Maquinista Valenciana se dedicó, por una parte, a la construcción de maquinaria para otras empresas y para actividades agrícolas, y por otra, a la fundición artística. Muestra de esta última actividad, es la estatua del Rey Jaime I, situada aún hoy en su emplazamiento original en el Parterre de Valencia.

A finales de los 80, la conexión con la realidad de los mercados regional y nacional producirá un cambio en la producción, primero hacia la especialización en maquinaria de tabacos, y posteriormente, hacia el campo de las señales y balizas marítimas y aéreas. Este proceso de especialización eliminará finalmente la fundición y abrirá una nueva etapa.

En la trayectoria de La Maquinista Valenciana existe desde un primer momento, en íntima relación con el nuevo concepto de empresa, el reconocimiento del valor de la publicidad, expresado en la secuencia producir-mostrar-vender. Buena prueba de ello es que la empresa desde su creación mostró sus productos en las ferias y certámenes, grandes escaparates en la actualidad, pero única opción en aquella época.

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La Exposición Regional Valenciana de 1883, y la de 1990, la Universal de Barcelona de 1888, la de Milán de 1906 o la Iberoamericana de Sevilla en 1929 fueron algunos de los certámenes a los que acudió La Maquinista y el inicio de una larga trayectoria que llega hasta la actualidad. Tras la muerte de Enrique Climent, su viuda se hizo cargo de la empresa, que posteriormente continuaron sus hijos mayores. En 1950 se hizo cargo de la misma el menor de los hermanos y la empresa salió a flote de nuevo. En la actualidad continua con la producción de señalizaciones.

Todos estos aspectos y muchos otros se recogen en la exposición De l'ofici a la fàbrica. La Maquinista Valenciana, una familia industrial en el canvi de segle, que el Col.legi Major Rector Peset acogerá hasta principios de junio.

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