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El Gobierno filipino intenta estrechar el cerco a los rebeldes con otro ataque y tropas adicionales

Un nuevo enfrentamiento ayer entre el Ejército filipino y los rebeldes musulmanes de Abu Sayyaf que mantienen como rehenes a los 21 secuestrados en la isla malaisia de Saipan hizo subir la tensión y complicó una situación ya de por sí embrollada. Uno de los rebeldes resultó herido en el bombardeo artillero contra su escondite en la isla de Jolo (al sur de Filipinas), pero los rehenes, siete de ellos europeos, permanecían a salvo, según un fotógrafo. Tres mil miembros de una milicia regional se unieron ayer a los soldados para estrechar el cerco a los rebeldes en la jungla.

"Hubo al menos cinco disparos de mortero, y los obuses cayeron a una distancia de quinientos a mil metros del lugar donde se encuentran los rehenes", declaró un fotógrafo de la agencia Reuters, que pidió el anonimato, tras abandonar la base rebelde. Los rehenes fueron secuestrados en su hotel en una zona de buceo de Malaisia el pasado 23 de abril y llevados por la fuerza a Jolo, a 960 kilómetros al sur de Manila.Unos 3.000 combatientes musulmanes de una milicia regional empezaron a llegar ayer a esa isla filipina para unirse a la fuerza de 2.000 soldados que rodea a los rebeldes, que se esconden en la jungla. De acuerdo con el fotógrafo antes citado, las guerrillas de Abu Sayyaf, que luchan por un Estado islámico en el sur de un país mayoritariamente católico, han trasladado a sus cautivos al interior de la jungla, cerca de la ciudad de Talipao, nada más iniciarse el ataque artillero.

De acuerdo con el relato de los periodistas que en la noche del sábado al domingo tuvieron acceso a los rehenes, éstos -nueve malaisios, tres alemanes, dos franceses, dos surafricanos, dos finlandeses, dos filipinos y un libanés- se encontraban "ojerosos y asustados". Sin embargo, una mujer alemana, Renate Wallert, se halla bastante enferma, y en las imágenes grabadas por uno de los informadores aparece sobre una camilla de campaña mientras su marido y su hijo se esfuerzan por darle aire con unas hojas de palma. Wallert tiene hipertensión y problemas cardiacos, y los médicos filipinos que la examinaron hace unos días temen por su vida.

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