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La Asamblea aprueba un simbólico derecho de voto para los extranjeros en Francia

La Asamblea francesa aprobó a primera hora de la madrugada de ayer la propuesta de ley que otorga a los extranjeros no comunitarios el derecho a votar y a ser elegidos concejales, nunca como alcaldes, en las elecciones municipales. Como se esperaba, el texto contó con el apoyo en bloque de la izquierda plural y el rechazo masivo de una oposición que teme que el proyecto aliente, al igual que en el pasado, los argumentos xenófobos del ultraderechista Frente Nacional y mine, en consecuencia, sus posibilidades electorales.

La actitud de la derecha francesa, mayoritaria en el Senado, convierte la votación de ayer en testimonial, toda vez que la ley implica una revisión constitucional y sólo puede entrar en vigor si cuenta con el sostén de las dos cámaras y es aprobada en referendo. Tampoco el Gobierno las tiene todas consigo, a juzgar por el elocuente silencio con que la ministra de Justicia, Elisabeth Guigou, siguió desde su escaño los debates. En repetidas ocasiones, el primer ministro, Lionel Jospin, ha mostrado sus reticencias a la aprobación, sin consenso, de esta reforma que puede animar a la hoy minimizada ultraderecha.

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