"Creo que aquí es importante tener un buen contacto con la élite"
Marlene Rodríguez (La Habana, 1965) vive en Barcelona desde el año 1995. Es licenciada en Filosofía por la Universidad Estatal de Moscú. Ha ejercido la docencia en Cuba y ha trabajado en la Escuela Normal Superior de París. En la actualidad ejerce como guía para turistas rusos, después de haber trabajado como colaboradora de prensa, profesora de clases de repaso, canguro, repartidora de correos y encuestadora.Pregunta. ¿Cuáles fueron sus primeras impresiones sobre esta sociedad?
Respuesta. Vine de París. Encontré la gente de aquí menos abierta de lo que esperaba. Y vi cierta tendencia al uniforme. La clase media lleva americana marrón y pantalón oscuro, y viste de azul y marrón. Siempre se te pregunta de dónde eres. La recepción siempre es positiva, aunque la gente te pide una definición personal ante Cuba. El acercamiento, no obstante, siempre es simpático. Trabajé dando clases de repaso a una niña. Ella me enseñó los códigos. Cosas básicas que ignoraba, cosas como coger un metro, qué es lo que se compra en un súper entre todas esas cosas que hay en un súper y qué cosa son las chuches.
P. ¿Podría especificar cuáles son los códigos sociales catalanes que ha observado posteriormente?
R. El mito de que te contestan en catalán cuando hablas castellano es falso, salvo en sitios concretos. El mito del grupo es más cierto. Mi intención era trabajar en mi oficio. Mis amigos me advirtieron de que era difícil siendo extranjera. Y así ha sido. La convalidación de títulos es aquí extraña. No he podido conseguirla después de muchas gestiones. Hace un año que espero una carta personal al respecto dirigida al decano de la Universidad de Barcelona. Creo que mi problema se habría solucionado rápidamente de conocer a alguien. Creo que aquí es importante tener contacto con la élite. La estructura es gremial, de sistemas cerrados. Si no das con el grupo indicado no puedes relanzarte.
P. ¿Cómo se accede al lugar indicado en el momento indicado?
R. No sé. O te ayudan o no llegas. Y no creo que te ayuden. También está la cosa de la suerte. El trabajo que tengo en la actualidad, lo tengo por pura suerte.
P. ¿Identificó en esta sociedad alguna ola anterior de inmigración?
R. Sí. Trabajo con andaluces de 60 años. Cuando les explico cosas me dicen: "Tranquila, eso también nos pasó". ¿Les pasó o les pasa? Yo creo que se han acostumbrado. En algunas ocasiones, no obstante, he observado una discriminación positiva. Mi hija fue a un colegio de emigrantes. La relación de los profesores fue terrible. Parecía que los profesores estaban castigados a trabajar allá y su trato era despectivo. La saqué de aquel colegió y gracias a una amiga catalana -como siempre, como todo, conocer a alguien es importante- tuve una entrevista con la directora de otro colegio. "Aquí tendrá problemas. Es una escuela catalana, tendrá que hablar catalán", me dijo la profesora. Mi hija ya lo hablaba. Aun así, quiso entrevistarse con mi hija. Cuando vio que mi hija era rubia, la directora dijo: "No parece cubana", y se abrió. Es discriminación positiva, por decirlo de alguna forma.
P. La importancia del grupo a la que usted alude, ¿es una característica exclusivamente catalana?
R. En mi grupo laboral he observado que ocurre lo mismo en Andalucía, por ejemplo.
P. ¿Ve la sociedad preparada para recibir una oleada de emigración no europea?
R. No creo que lo esté. Faltan la posibilidad y el precedente de que la inmigración haya accedido a diferentes papeles y se haya visto así reconocida socialmente. Sí, está bien que vengas, pero para trabajar en el servicio doméstico, no para otras cosas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.