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Un catedrático de Química encabeza el equipo que investigará el origen de la nube de ozono

Vicente G. Olaya

La Comunidad no sabe aún por qué la concentración de ozono alcanzó el pasado sábado niveles superiores en un 300% al máximo permitido, aunque sí conoce ya la persona que previsiblemente revelará el misterio: José Aguado, catedrático de Ingeniería Química y director de la Escuela Superior de Ciencias Experimentales de la Universidad Rey Juan Carlos. Además, el Ministerio de Medio Ambiente y la Unión Europea intentarán, por su parte, descubrir cómo es posible que los niveles de este gas alcanzasen en Madrid índices hasta ahora desconocidos.

La Consejería de Medio Ambiente ha nombrado a José Aguado coordinador de la comisión de expertos que intentará descubrir el misterio. De todas formas, la Comunidad enviará hoy los datos de los niveles de ozono registrados al Ministerio de Medio Ambiente para que sus expertos colaboren en las investigaciones. Según explicó ayer el director general de Calidad Ambiental, Ignacio López-Galiacho, estos datos serán remitidos también a la Unión Europea, "porque en todo el mundo no se ha conocido jamás un fenómeno como éste". "Ni en la Ciudad de México, donde los niveles de contaminación son de los más elevados del mundo, se tiene constancia de algo parecido", dijo.El ozono troposférico se produce por la incidencia de los rayos solares sobre la contaminación urbana. El sol descompone las partículas de óxido de nitrógeno que emiten los vehículos y las convierte en ozono troposférico. Este gas puede originar graves problemas respiratorios en niños, asmáticos, ancianos y deportistas que realizan un gran esfuerzo.

Vertido gigantesco

La Comunidad no comprende qué sucedió para que el sistema regional de medidores de ozono encendiera todas sus luces rojas en la medianoche del sábado, teniendo en cuenta, además, que tal fenómeno se produjo tras varios días de lluvias que limpiaron el aire. Cada vez cobra más fuerza la hipótesis de que fuese causado por un vertido "gigantesco y descontrolado" de hidrocarburos u otro contaminante.

En Fuenlabrada, la nube de ozono batió récords y llegó a alcanzar niveles de 1.133 microgramos por metro cúbico. Esta cifra es el triple de la concentración máxima (360 microgramos), que obliga a las autoridades a alertar a la población.

A este hecho se une que los medidores regionales de ozono pueden cegarse si se liberan al aire grandes cantidades de hidrocarburos. Los detectores confunden, en determinadas condiciones, ambos gases.

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La Guardia Civil desplegó el sábado a casi medio centenar de agentes -un tercio de ellos, del Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona)- a la búsqueda de la posible fuente emisora de la contaminación. Los resultados fueron negativos.

El presidente de la Comunidad, Alberto Ruiz-Gallardón, destacó que no hubo "ningún tipo de riesgo sobre la población", porque los efectos duraron sólo cuatro horas y no se volvieron a repetir. "La población puede estar absolutamente tranquila", manifestó a la SER, y anticipó que "no puede tratarse solamente de fenómenos naturales atmosféricos". "Salvo que sea distinto de los que conocemos", señaló el presidente de la Comunidad, "todo parece apuntar que puede deberse a algún fenómeno de carácter artificial, como algún tipo de vertido". Pero reconoció que no está "en condiciones, en estos momentos, de decir cuál es la causa de este aumento del ozono".

El grupo Ecologistas en Acción considera que los episodios que se registraron en la madrugada del sábado en Madrid con niveles de ozono troposférico muy superiores al máximo permitido aumentarán con la llegada de las altas temperaturas. Este grupo exige que se adopten medidas "serias y definitivas" para evitar la repetición de este tipo de fenómenos y reprocha a las administraciones implicadas que en ningún momento declararan la alerta. Esa asociación pide que se restrinja el tráfico en zonas determinadas del casco urbano, "modificando la planificación urbanística" con la creación de una red de carriles-bici y rutas peatonales. Recuerdan que los altos niveles de ozono, cuya concentración se favorece con la máxima incidencia solar y gran estabilidad térmica, pueden provocar la disminución de capacidad respiratoria, pérdida de vitalidad, alteración del sistema inmunológico e irritación ocular y de garganta.

Los ecologistas exigen a la Comunidad que les facilite las mediciones registradas en el último mes para encargar un estudio que determine las causas del incremento de este gas en Madrid.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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