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Entrevista:Anna Birulés | Ministra de Ciencia y Tecnología | EL NUEVO GOBIERNO

"Mandar por autoridad está fuera de época"

La nueva ministra de Ciencia y Tecnología va a dedicar su tiempo a que este país entre de lleno en la sociedad de la información. Anna Birulés, 45 años, nacida en Girona, está convencida de que "España tiene la oportunidad de jugar en primera división de los países más desarrollados de nuestro entorno". Es una mujer inquieta y realista que sabe de lo que habla. Su trabajo al frente de Retevisión y una brillante trayectoria de economista y gestora la ha preparado para dirigir el tránsito colectivo a esa Sociedad de la Información fuera de la cual sólo existe la marginación. La nueva ministra, una completa desconocida para la opinión pública, ha dejado de ser la señora de La Red para convertirse en la ministra del futuro.Esta entrevista se realizó el pasado día 10, cuando Birulés aún estaba al frente de Retevisión y no se planteaba entrar en política. "Sólo unas circunstancias especiales en las que hubiera que llevar al país hacia unas condiciones singulares, podrían impulsarme a entrar en política", señalaba en aquel momento.

El viernes, tras jurar su cargo ministerial, accedió a un par de preguntas más. "Hay ocasiones, y se ha producido una de las más claras", explica, "en las que no es posible decir no a participar directamente en la política. La oferta del presidente del Gobierno ha sido, al mismo tiempo, una sorpresa, un halago y un reto apasionante. El nuevo ministerio nace con un objetivo básico: impulsar la modernización de España, a partir de la potenciación de las capacidades de desarrollo e innovación que tenemos en este país. Podemos jugar en la primera división, junto a aquellos países más desarrollados de nuestro entorno, junto aquellos que más han avanzado en su incorporación a la sociedad de la información. Y para ello espero contar con la colaboración de aquellos colectivos implicados directamente en las áreas de investigación, innovación y desarrollo".

En un par de años ha conseguido, como si nada, que Retevisión haya recorrido un camino que otras compañías han hecho en medio siglo o más. La revolución de las telecomunicaciones la ha ayudado, pero ella no ha desperdiciado ni un segundo, ni un invento de cualquier generación, ni siquiera un tropiezo propio o ajeno, para que, de la nada, surgiera una compañía de servicios de comunicaciones con más de dos millones de clientes que cada mes se comunican durante 368 millones de minutos.

Si fuera un hombre dirían que es un crack. Pero ella, casada, doctora en Ciencias Económicas, consejera directora general de Retevisión desde octubre de 1997 hasta el pasado jueves y con responsabilidades en empresas participadas por el operador global de telecomunicaciones, lleva todo esto como si fuera lo más normal del mundo y no hubiera hecho otra cosa en su vida.

"Lo que en otros sectores ha ido ocurriendo en años, aquí está pasando de golpe, a la vez. El desarrollo de la tecnología y la globalización de los mercados va rapidísimo. Por lo tanto todo el mundo está haciendo alianzas, acuerdos. Y seguramente pasarán muchas más cosas que no podemos ni imaginar", reflexiona. La encarnizada guerra de las telecomunicaciones hacía hace dos años que los ejecutivos como ella, una mujer sin complejos en un mundo de hombres, fueran verdaderos jefes guerrilleros en un campo de batalla en el que no gana el más fuerte sino el más hábil, el que mejor pacta o el que mejor entiende la realidad. "Es de locos, ¿sabes?", comentaba a propósito del vértigo de la competición.

Convertida en un comandante en jefe activísimo que mueve sus tropas con tanta discreción como prudencia, sigue cuidando de no dar pasos en falso. "¿Cómo es posible que se puedan pagar cuatro billones de pesetas por una licencia de telefonía móvil de cuarta generación que es lo que sucede ahora mismo en Gran Bretaña? ¿Quién va a amortizar eso?". No acepta el símil de la guerra: "Yo no me lo tomo como una guerra. Las guerras se ganan o se pierden, el que gana domina y el que pierde se retira. Esto es como un juego global, lo cual quiere decir que has de tener en cuenta lo que hacen los demás jugadores. Lo que hay que conocer son las reglas del juego".

Delgada, ágil, vivaz, de mirada penetrante, su aplomo en el combate de las comunicaciones y la sociedad cibernética, proviene de una trayectoria que empieza en la Universidad de Barcelona, pasa por la Universidad de Berkeley, California, recala cuatro años, de 1986 a 1990, en las iniciativas económicas más punteras del departamento de Industria de la Generalitat de Cataluña, y se completa con la experiencia de seis años en el Banco de Sabadell, pequeño pero portentosamente moderno, donde fue secretaria general.

En esa trayectoria, que ha combinado lo privado y lo público, ha coincidido desde la universidad con Josep Piqué, amigo desde esos tiempos en que ambos militaron con los comunistas catalanes. Ella guarda celosamente su intimidad política, se muestra como independiente. "Creo que soy demasiado buena persona". Su filosofía básica es el realismo más total: "Todo está en cambio. Los competidores de hoy pueden ser los aliados de mañana". Por las mismas razones, y porque forma parte de su trabajo, cambia de teléfono móvil en cuanto sale un modelo más avanzado, cada dos o tres meses. "Mantengo el mismo número, claro". Y enseña con entusiasmo su micro/móvil de tercera generación.

"Tiene tres bandas, que permite el standard europeo y el americano. Lo importante es que tiene WAP, es decir, acceso a Internet, e-mail, mi ordenador, todo el portal de Eres Más. Este móvil ha salido la semana pasada. Esto es lo que permite este teléfono. Por eso hay que ofrecer un portal estructurado para ser visto en pantalla pequeña. Ahora se trabaja en nuevos modelos con pantalla mayor y un mínimo teclado".

Pregunta. ¿No necesita gafas para ver esto tan minúsculo?

Respuesta. Es que llevo lentillas, ja, ja.

P. La manía de lo micro igual hace que todos tengamos que ponérnoslas para poder leer estos minimensajes.

R. No, no, ja, ja. Las pantallas ven a mejorar.

P. ¿Puede dirigir la empresa desde este móvil?

R. No, no nos engañemos. El móvil te permite hacer un montón de cosas que van ligadas a la movilidad. Si decides ir al cine puedes comprar las entradas por teléfono, o comprar billetes de avión. Puedes leer o escuchar tu correo. A este aparato yo lo escucho y puedo hablarle... lo cual no tiene que ver con los ojos.

P. ¿Esta entrevista, por ejemplo, su móvil la podría grabar e introducirla en el ordenador?.

R. Sí, pero todavía sería demasiado larga. Aunque se puede hacer perfectamente. Envía por paquetes de datos, es rápido, pero la forma de mirar es lo que lo hace lento: te han de salir todas las sílabas en esta pantallita. Los sistemas de transmisión están muy bien resueltos. Éste transmite por radio, y en banda amplia, es decir que puedes transmitir imágenes. La siguiente generación es la de UMTS, que en España ya se han dado las cuatro licencias y ahora hay que hacer el despliegue de toda la red.

P. La última vez que la vi (antes de ser nombrada ministra) me dijo que no descartaba hacer política.

R. La política es algo a lo que tengo mucho respeto; es un asunto importante para un país. Lo ideal, aunque siempre es algo que está lejos si bien no hay que perder los referentes, es que se pudiera pasar del sector privado al público con cierta naturalidad. Y después poder volver a lo inicial, o no.

P. Su trayectoria muestra que tiene importantes motivaciones sociales. Me gustaría que me dijera qué le interesa de lo colectivo.

R. Me considero una ciudadana con sensibilidad alta hacia el desarrollo del país que busca una modernidad equilibrada. Es decir, pienso que la generación de riqueza se ha de traducir en un avance conjunto de toda la población para elevar el nivel de vida, de bienestar, de cultura de todos. Delegamos, lógicamente, mucha responsabilidad en los políticos, lo cual forma parte de nuestra responsabilidad de ciudadanos. Pero esta es nuestra sociedad, la de toda la gente; es algo muy básico de lo que a veces nos olvidamos. Con nuestra sociedad tenemos unos derechos, pero también unas obligaciones como ciudadanos: votamos, pero también, como sociedad civil, exigimos a las instituciones públicas a los medios de comunicación y a nosotros mismos sobre lo que aportamos al conjunto. La vertebración de una sociedad y el nivel de nuestros políticos también es responsabilidad nuestra.

P. Usted abomina de las etiquetas.

R. Desde luego. Y diré algo más, creo que se ha de fomentar tanto la capacidad de aplauso como de indignación por parte de todos.

P. ¿Qué le sale mejor, indignarse o aplaudir?

R. Intento practicar ambas cosas, pero a veces, es un defecto, me indigno. Acabas por considerar normal cosas que quizás no son tan normales y necesitan apoyo y aplauso tanto en el marco general de la sociedad como en el de las empresas y sus equipos. A veces resulta más normal enfatizar lo que no ha ido bien que resaltar lo que va bien.

P. ¿Echa muchas broncas?

R. No, intento no echarlas, pero soy exigente, y cuando exiges a veces te pasas y caes en el desequilibrio.

P. Prefiere convencer a imponer...

R.Procuro convencer, de una manera inconsciente. Sobre todo por una razón, tengo una fe bastante grande en las personas. Pienso que, por lo general, nadie hace las cosas mal, en el marco de una empresa, porque quiera hacerlas mal; todo lo contrario. Todo consiste en razonar, en explicarse, ponerse de acuerdo, comprender y comunicar: eso es lo básico.

P. ¿Una mujer manda igual que un hombre?

R. No lo sé. Éste no es un oficio asexuado, pero yo no puedo aceptar que se me mire diferente por ser mujer, no puedo caer en esa trampa. Sin embargos, es posible que una mujer tenga más tendencia a explicar, no le molesta tanto; quizás eso consiste más en convencer que en tenerse que explicar. Y todo el mundo, si te expresas bien, puede entenderlo todo, eso es obvio.

P. A veces da la impresión de que hay hombres muy seguros de que no vale la pena hacer el esfuerzo de convencer.

R. Habría que preguntárselo a ellos.

P. Bueno, ellos ahora, porque lo dicen unos americanos, descubren la eficacia de la inteligencia emocional o la rentabilidad de las relaciones de confianza en los demás.

R. Esto también está cambiando, todos evolucionamos y hay factores externos que ayudan. Se ha empezado a decir que todo eso son valores propios de las mujeres; y lo dicen, sobre todo, ellos. Me he encontrado a no pocos colegas que me comentan que contratan muchas mujeres: 'Me van mejor', dicen, lo cual también debe ser exagerado. Hoy, la verdad, lo que no se puede es mandar por pura autoridad; está fuera de época.

P. Esta es una época en la que lo global y lo local se mezclan en una especie de esquizofrenia. Usted está en un negocio global, pero defiende sus raíces catalanas sin complejos. ¿Cómo hacerlo compatible?

R. Manuel Castells lo ha explicado perfectamente: lo global, venía a decir, es lo que mueve el mundo, y lo local es lo que importa a las personas. Internet, por ejemplo, reúne todo esto: estamos en una ciudad y podemos consultar ahí las tiendas, los restaurantes, pero también queremos saber lo que pasa en nuestro entorno. No estamos aislados, vivimos en un marco global: podemos saber lo que pasa en las bolsas, en la nuestra y en las demás, o lo que pasa en la política alemana. Lo cual no impide que no nos ocupemos de lo nuestro; bien al contrario, nos permite contextualizar lo nuestro. Creo que este es el gran fenómeno diferencial del inicio del siglo XXI. Tenemos un mundo a nuestra disposición desde el punto de vista del conocimiento, pero nuestra capacidad de incidencia está en nuestro entorno. Somos ciudadanos de nuestro sitio, pero no aislados, todo lo cual tiene importantes consecuencias en la vida económica, en las ideas y en aquellos países que se abren al fenómeno de la comunicación. Por eso hay países que prohíben las parabólicas: lo que ahora está en marcha es un mundo abierto que permite la comparación de unos lugares con otros, y esto revoluciona las sociedades. Cuando las tecnologías, como el satélite, permiten esta evolución rápida, hay países que saltan generaciones: hoy tienen Internet pero no han conocido el teléfono. Claro que si no estás en este carro quedas mucho más marginado que antes.

P. Una marginación que parece, en buena parte, irreversible.

R. Coloquémonos en España y en Europa. Aquí, en dos años, hemos tenido tres elecciones; en todas ellas han estado presentes estas tecnologías de la comunicación y la sociedad de la información para hacerlas llegar a todas partes. Hasta que ha llegado la cumbre de Lisboa en que se ha planteado en serio el equilibrio de Europa y la capacidad de competir europea frente a otros países. Por tanto esto afecta desde los pueblos del Pirineo y los barrios de Madrid a todo el territorio europeo. Está claro que la marginación preocupa, condición básica para ocuparse. Todo esto ahora es una necesidad y hay poco tiempo.

P. ¿Qué clase de necesidad?

R. El número de internautas, de la gente que ha tomado la decisión de tener Internet en casa se ha multiplicado por tres en el último semestre de 1999. Ofrecimos acceso gratuito a Internet y ha sucedido esto. Ahora hay la polémica de las licencias inglesas, que incide en las relaciones entre las administraciones y las empresas a las que se mira como si mandaran sobre el legislativo y el poder real. Estas relaciones no se hacen todavía con la suficiente normalidad.

P. ¿Qué papel han de tener las administraciones?

R. Deben garantizar que el marco legal y normativo permita e incentive el desarrollo de la sociedad del conocimiento. Esto es muy fácil de decir y difícil de hacer porque afecta desde el sistema educativo hasta la valoración del riesgo, pasando por temas de fomento de la innovación y la imbricación entre la realidad, el conocimiento y la velocidad de implantación de medidas legales y administrativas que estén de acuerdo con el desarrollo económico y productivo de la sociedad de la información. En este último punto, sin hacer dejación de responsabilidades, hay que escuchar al sector. Esto no es un tema voluntarista o populista sino que se ha de incorporar a diferentes ámbitos de las administraciones, locales, autonómicas y estatales para hacer una relación fluida y normal, con unas reglas del juego claras, también para los lobbies.

P. ¿Pide reglas que regulen los lobbies?

R. No necesariamente, pero lo que no puede ser es una demonización de los lobbies. Porque no sólo están las grandes decisiones, sino también el procedimiento, las pequeñas decisiones.

P. Por ejemplo, el que uno cambie de compañía y pueda mantener el mismo número.

R. Por ejemplo, nosotros tenemos red propia, pero aún existe esta dependencia; la decisión está tomada, pero el procedimiento para hacerlo es tan importante como la decisión.

P. Telefónica aún lo condiciona todo.

R. En enero de 1998 nosotros ya habíamos hecho infraestructura alternativa a Telefónica, toda la red entre provincias, que fue el récord Guinness: abrimos toda España en tres meses gracias a la dedicación de la gente y a la tecnología de radio y de televisión.

P. ¿Cuándo se acabará este proceso de construir una red paralela completa?

R. Diría que en dos años más.

P. ¿Qué relaciones tiene una compañía como Retevisión con Telefónica? ¿competidores, colaboradores, o qué?

P. Es evidente que en el mercado competimos. En otros sectores, como Internet, competimos, pero también coincidimos en que a todos nos interesa que se desarrolle. Ambas empresas estamos en Hispasat, nosotros somos el primer accionista, ellos el segundo, pero somos coaccionistas. Por tanto, competimos y podemos colaborar.

P. Si le dicen que es el Villalonga femenino...

R. Ni me lo dicen ni lo soy en absoluto. Él es otro de los jugadores importantes, ha consolidado Telefónica como uno de los que están presentes en el terreno de juego mundial.

P. ¿Qué papel busca su empresa en el mundo?

R. Acabamos de presentar el portal Eres Más...

P. "Yo soy el que busca"....

R. Ja, ja. Es un portal multiacceso y no solamente para el mercado español sino con proyección internacional, empezando por el mercado hispanohablante. Antes de verano queremos salir a Bolsa. En los dos últimos años se ha acelerado todo el proceso de liberalización mucho más. España no ha perdido el tren ni mucho menos: se está mucho más cerca de la consolidación de las empresas que de la liberalización. Los valores tecnológicos han subido muchísimo, hay correcciones de este mercado y se puede decir que ya no hay sólo expectativas sino que se empieza a ver quién va a hacer bien negocios y quién no. Esta aceleración en la consolidación de las empresas pasa en todas partes.

P. La locura de la Bolsa ¿qué le parece?

R. Ya sabe que los economistas tenemos la cualidad de explicar bien las cosas cuando han pasado, ja, ja. Lo que parece claro es que a mayor riesgo mayor rentabilidad. Hemos vivido una aceleración exagerada y como estamos en una economía global ocurren estos fenómenos de sobrevaloración, una sobrevaloración instantánea. Pero el mercado cambia el ritmo, con el fin de que se asegure la sostenibilidad y la rentabilidad. Los mercados distinguen entre quién realmente va a rentabilizar y quién no. Se pueden interpretar los últimos acontecimientos como una corrección, claramente. Un realismo.

P. Déme su clave para mantener los pies en el suelo en un sector tan fantástico y utópico como este.

R. No lo sé. Ya me gustaría tocar siempre la realidad. Están cambiando muchas cosas, pero los elementos básicos no cambian, no cambian desde el punto de vista de las empresas o de las personas. A ver, las personas necesitan comunicación interpersonal y ahora eso se puede tener estés donde estés, se han abierto las posibilidades; lo mismo ocurre con las transacciones de negocios...

P. ¿No cree que se está haciendo un gran mito de esa necesidad de comunicarse a todas horas? ¿Tantos mensajes importantes hay que transmitir?

R. Me preocupa poco eso, lo que me interesa es que exista la posibilidad de hacerlo. Hay espacio para todo. Es como cuando decíamos que la televisión mataría al cine: no ha sido verdad. Con el móvil pasó algo parecido. Comenzó siendo un símbolo de estatus, siguió como un instrumento de trabajo para gente que tenía que estar localizable a cualquier hora, y ahora ha pasado a ser un útil para que los jóvenes intercambien mensajes. Todo esto formará parte de la normalidad, igual que ir con tres o cuatro móviles. Lo que finalmente importa de verdad es que las personas puedan comunicarse.

Respecto a la posible incompatibilidad entre su experiencia en la empresa privada y su actual dedicación pública, la ministra de Ciencia y Tecnología prefiere no responder. Para ella es prioritario en ese momento pedir "la colaboración de todos en el progreso y la modernización del país" y comprometerse a trabajar "con dedicación, entusiasmo y esfuerzo".

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