Aznar mantiene un agrio enfrentamiento con el PNV en un debate marcado por las propuestas económicas
El candidato del PP reiteró su oferta de diálogo y reconvirtió incumplimientos pasados en promesas
José María Aznar protagonizó ayer uno de sus enfrentamientos más radicales y argumentados con el Partido Nacionalista Vasco y su estrategia de intentar que el acercamiento a Herri Batasuna sirva para que ETA deje de matar. En el debate previo a su investidura como Presidente del Gobierno, Aznar proclamó que "la paz no es dar la razón a los terroristas", enfatizó que los que dejen de matar "no se van a cobrar un precio" por ello ni tampoco quienes simpatizan con ellos. Además, el candidato del PP preguntó al PNV qué necesita, después de tres asesinatos de ETA, para entender que su estrategia ha fracasado y le acusó de "deslealtad histórica" con el consenso de los vascos en torno al Estatuto de Autonomía.Cuando el portavoz del PNV en el Congreso, Iñaki Anasagasti, le reprochó falta de diálogo para abordar "problemas políticos de los que hay que hablar con ETA o sin ETA", Aznar le preguntó si por diálogo entiende "el desvarío xenófobo con el que en los últimos días se ha insultado a miles de ciudadanos en el País Vasco o pactar con los partidos que no acuden a las elecciones". Luego, pidió al PNV que trate de darse cuenta de su error y que, al reflexionar, tenga en cuenta a todos los vascos, porque eso le llevará al sentido común, que es el camino contrario del que está transitando desde hace algún tiempo. El Grupo Popular, tras siete horas de debate, recibió sus palabras con una ovación y todos sus diputados puestos en pie.
Anasagasti le replicó que los nacionalistas vascos son gente decente, que no tienen nada que ver con la violencia, que busca la paz de buena fe y que mantienen que diálogo no es lo que el presidente del Gobierno en funciones "tiene ya escrito en su libreta azul".
El debate de ayer en el Congreso sirvió para formalizar en público las alianzas previamente pactadas por el PP con Coalición Canaria y CiU, que anunciaron su voto favorable a la reelección de Aznar. El líder del Partido Popular y Xavier Trias escenificaron en sus intervenciones la revalidación de la colaboración mantenida en los últimos cuatro años, si bien ayer el nuevo portavoz de CiU en el Congreso precisó que el apoyo que hoy prestarán al presidente del Gobierno no equivale a un pacto de legislatura.
Aznar pidió el voto para gobernar otros cuatro años con un discurso abundante en propuestas concretas, aunque no exento de generalidades y de algún incumplimiento del pasado convertido en promesa para el futuro, y marcado por las propuestas económicas. El candidato del PP se comprometió a adelantar la obtención del equilibrio presupuestario al año 2001, a elaborar un nuevo modelo de financiación autonómica y de los municipios y a una nueva reducción fiscal. También hizo referencia a propuestas hechas públicas durante la campaña, como la sustitución del ministerio de Industria por el de Ciencia y Tecnología y anunció la creación de una Delegación del Gobierno para la Inmigración.
Diálogo
El candidato del PP a la presidencia del Gobierno, que resultará elegido hoy en la votación del pleno del Congreso, invocó insistentemente su disposición al diálogo, en un deseo de acreditar que no piensa apoyarse exclusivamente en la mayoría absoluta del PP, si bien sus argumentaciones dejaron claro que tiene ya escogidos a sus interlocutores preferentes -CiU y Coalición Canaria-, con la excepción quizá de la política antiterrorista. En ese terreno enfatizó su deseo que siga funcionando la interlocución Gobierno-PSOE.
El presidente del Gobierno en funciones reconoció con indisimulada satisfacción que estaba de acuerdo con un "altísimo porcentaje" de los planteamientos hechos por el representante de CiU, sobre todo en política económica y social. Eso sí, no dejó que Xavier Trias le endosara una responsabilidad que a quien compete, le replicó, es al Grupo Catalán: la de determinar hasta dónde llega el compromiso de CiU con la gobernabilidad de España. Aznar elogió la contribución de la coalición liderada por Jordi Pujol a la buena evolución de la economía española, pero rehusó la propuesta de Trias para desmantelar la Agencia Tributaria, soslayó concretar el futuro modelo de financiación autonómica y subrayó la corresponsabilidad de las comunidades autónomas para controlar loa deuda y el déficit. Pero esas y otras matizaciones no empañaron el ostensible clima de entendimiento.
Aznar había realizado por la mañana un discurso de propuestas concretas -entre ellas la inmediata eliminación de las cotizaciones durante dos años por razones de maternidad y la reforma de la Ley de Extranjería-, pero también con promesas arriesgadas -que todas las capitales de provincia dispongan de trenes de alta velocidad que permitan llegar al centro de España en menos de cuatro horas- y con algún ofrecimiento que arranca de incumplimientos pasados, como la aprobación del Plan Hidrológico Nacional. Con esa abundancia de compromisos específicos -detalló que remitirá inmediatamente al Parlamento el Tratado para crear el Tribunal Penal Internacional y destacó la voluntad de llegar antes de fin de año a acuerdos con empresarios y sindicatos para favorecer el empleo- Aznar quiso sostener su aseveración de que tiene un proyecto "ambicioso, serio y coherente" para gobernar España.
Veteranos en nuevas tareas
Como en cada debate de investidura, el Congreso de los Diputados registró ayer un lleno hasta la bandera. Los pasillos del palacio de la Carrera de San Jerónimo estuvieron muy concurridos toda la jornada por numerosos parlamentarios que salieron a estirar las piernas durante las más de diez horas que duró el debate. No era difícil distinguir los rostros alegres de los diputados populares de las miradas más apagadas de los parlamentarios de la oposición. También hubo muchas caras nuevas y se echó de menos a algunos veteranos que no renovaron su escaño el pasado 12-M.Uno de los históricos que sí estuvo ayer en el hemiciclo fue el ex presidente socialista, Felipe González, quien desde la última fila tomó atentas notas de la intervención del hombre que le apartó de La Moncloa. "Ha sido un discurso magnífico", comentó después González, con el sarcasmo que exhibe en los últimos tiempos.
Hubo quien se fue a comer a casa y volvió por la tarde, con tiempo incluso para cambiar de modelo. Ana Botella, la esposa de Aznar, apareció por la mañana vestida de blanco, acompañada de una prima, y por la tarde de verde manzana, con sus padres y una hermana. No hubo aplausos para su marido: "Desde la tribuna de invitados no se puede aplaudir", explicó. No muy lejos de la esposa de Aznar pero sí de su antiguo escaño estuvo Julio Anguita, coordinador general de IU y nuevo asesor del Grupo Parlamentario.
Por la tribuna de invitados pasaron a lo largo de la jornada personajes conocidos de distintos ámbitos: el derecho (Antonio Garrigues), la política municipal (los alcaldes Rita Barberá y José María Álvarez del Manzano), el Senado ( Esperanza Aguirre), la Bolsa (Luis Ramallo), o la Unión Europea (la comisaria Loyola de Palacio).
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