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LA POLÉMICA DE LAS 'VACAS LOCAS'

Londres teme que los casos en humanos se incrementen

Isabel Ferrer

Desde que una joven británica afectada por la nueva variante del mal de Creutzfeldt-Jakob, equivalente humano de la enfermedad de las vacas locas, diera a luz a principios de año a una niña con síntomas de haberse contagiado durante la gestación, los científicos del Reino Unido temen que la transmisión materna se convierta en una realidad.Con los resultados de la investigación pública ordenada por el Ejecutivo retrasados hasta el próximo septiembre, el Ministerio de Sanidad se está preparando para hacer frente a la llegada de nuevos casos. Hasta la fecha, 52 personas han fallecido con un diagnóstico claro de la dolencia. Los médicos sospechan de los síntomas de otras diez.

La guía que prepara el Gobierno aconseja a las autoridades sanitarias que mantengan estrictas normas de higiene para reducir el riesgo de contagio en los hospitales. Así, el material quirúrgico debe ser desechado cuando se dude de la naturaleza de la enfermedad neurológica que afecta a los operados. Además, la sanidad pública gasta ya unos 95 millones de libras anuales (casi 270.000 millones de pesetas) en importar derivados sanguíneos libres de la infección. A pesar de que las medidas son precautorias, ningún investigador se atreve a aventurar el número de personas que podría estar incubando la nueva variante de la infección.

Posible aumento

Uno de los pocos que admite la posible aparición de muchos más casos en el futuro es John Collinge, jefe del Centro de Investigación Médica del Imperial College de Londres. Sus trabajos sobre la evolución de los priones, las proteínas anómalas que transmiten el mal, le hacen temer un "aumento de los casos relacionados con la dieta". Es decir, por haber consumido carne de res infectada.

Marc Turner, experto en hematología de la Universidad de Edimburgo, comparte su opinión. "No sé si las 52 muertes representan el inicio de una lenta epidemia o si todo quedará en eso. Lo único cierto es que debemos darnos prisa en obtener una prueba clínica que sirva para diagnosticar pronto la enfermedad".

Sobre esto, una de las investigaciones más prometedoras, financiada por el Gobierno, busca los priones en las amígdalas y apéndices. Aprovechando los restos de ambos tejidos conservados por los hospitales estatales desde 1980, los científicos buscan una estadística fiable sobre el número de personas que está incubando el mal. Las muestras estudiadas proceden de mediados de los años ochenta y finales de los noventa, cuando la enfermedad estaba en pleno apogeo entre el ganado bovino.

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