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FARMACOLOGÍA La hipertensión arterial continúa mal tratada en atención primaria

La evidencia científica sobre el tratamiento de la hipertensión arterial que emana de los ensayos clínicos se tiene poco en cuenta en la práctica asistencial y esto priva a muchos pacientes del beneficio de la prevención cardiovascular, según un estudio realizado por el Grupo de Abordaje Farmacológico de Hipertensión en Atención Primaria (GFHAP) y publicado en Medicina Clínica.

En la investigación llevada a cabo por el GFHAP participaron 82 médicos y 28 enfermeras pertenecientes a 29 centros de atención primaria del Instituto Catalán de la Salud de Barcelona, y se incluyó un total de 1.813 pacientes hipertensos que recibieron 2.611 prescripciones de fármacos antihipertensivos. "De los resultados del presente estudio se deduce que una proporción importante de pacientes hipertensos, sin contraindicaciones para el uso de diuréticos tiazídicos y bloqueadores betaadrenérgicos, recibe la prescripción de otro fármaco antihipertensivo, a pesar de que aquéllos, por las características clínicas que reúne el enfermo, son los de elección", escriben los autores.

La hipertensión arterial es uno de los principales factores de riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares, como el infarto de miocardio o el infarto cerebral. El objetivo de su tratamiento es disminuir las enfermedades y la mortalidad asociadas mediante el control y mantenimiento de las cifras de tensión arterial por debajo de 140 la alta o sistólica y de 90 la baja o diastólica (valores en milímetros de mercurio).

Gasto farmacéutico

La selección del tratamiento farmacológico de la hipertensión tiene, además de implicaciones preventivas, unas connotaciones económicas importantes, pues la diferencia de precio entre los fármacos convencionales y los más modernos es significativa.

"Entre 1985 y 1995, el consumo de antihipertensivos en España se ha triplicado y el gasto farmacéutico que ocasiona este consumo se ha multiplicado por ocho", dicen los expertos. Pero "los diuréticos tiazídicos y los bloqueadores beatadrenérgicos no suponen más de un 30% del consumo total, mientras que los inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina y los bloqueadores de los canales del calcio suponen más del 60%", añaden.

Los resultados del estudio reflejan que el incremento del consumo de antihipertensivos registrado en España durante los últimos años respecto a la situación de 15 años atrás es a costa, sobre todo, del consumo de fármacos que no son de primera elección.

Esta práctica, además, no ofrece el beneficio de la prevención de las enfermedades cardiovasculares.

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