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D'Alema pedirá un voto de confianza al Parlamento para evitar elecciones anticipadas

El primer ministro italiano, Massimo d'Alema, se vio forzado a presentar ayer su dimisión ante la gravedad de la derrota sufrida en las elecciones regionales del domingo por la coalición que lidera. En ellas, el centro-derecha conquistó ocho de las 15 regiones en liza. La dimisión de D'Alema, que aceptó un órdago político con el líder de la oposición, Silvio Berlusconi, era casi un paso obligado, pero no fue admitida por el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, que envió a D'Alema al Parlamento para que sean las cámaras las que se pronuncien sobre el futuro de su Gobierno.

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Ciampi consideró que no era de su competencia aceptar la dimisión. En otras palabras, D'Alema tendrá que someterse de nuevo a un voto de confianza en un Parlamento como el italiano, que siempre reserva sorpresas. Entre las posibilidades que se abren, la que aparecía ayer menos probable es la que reclaman los triunfadores, los líderes del Polo, Silvio Berlusconi y Gianfranco Fini, y de la Liga Norte, Umberto Bossi: las elecciones anticipadas. Berlusconi y Bossi se sienten reforzados tras su triunfo por cinco puntos sobre el centro-izquierda en las elecciones del domingo, que le otorgan el poder en ocho de las 15 regiones en liza, mientras que el centro-izquierda se queda con siete de las 11 en las que gobernaba hasta el domingo.

Todo apunta a que el Gobierno de centro-izquierda intentará mantenerse hasta las generales de marzo de 2001, sumando los votos del Partido de Refundación Comunista. Una supervivencia llena de agonías por la que apostó anoche D'Alema en su comparecencia ante los periodistas tras su entrevista con Ciampi.

D'Alema -que dice haber dimitido por "sensibilidad política" y no por deber institucional- se escuda en la convocatoria fijada para el 21 de mayo del referéndum para la reforma de la Ley Electoral. "Creo que disolver las cámaras y convocar unas elecciones anticipadas sería un error, teniendo en cuenta que hay fijada una consulta que afecta a la Ley Electoral", dijo.

"Es un deber del Parlamento reformar esta ley y dar al país un sistema que garantice más estabilidad", añadió el primer ministro italiano, que este jueves cumple 51 años. D'Alema insistió en que está "a disposición del Parlamento" para que "cada uno asuma sus responsabilidades y tome sus decisiones". Tras estas palabras, sentenció: "Yo tomaré las mías".

"Derrota inequívoca"

Con estos argumentos se presentará Massimo D'Alema al Parlamento. También Walter Veltroni, secretario general del principal partido de izquierdas, los Demócratas de Izquierda de D'Alema, se mostró partidario de que el Gobierno agote la legislatura. Para Veltroni lo ocurrido el domingo es "una derrota política inequívoca y clara". "Ninguno ha sido capaz de percibir lo que estaba pasando, de reconocer los cambios de una sociedad que ha aprendido a viajar por su cuenta", insistió de manera autocrítica Veltroni, que se opone a un adelanto electoral porque "el referéndum del 21 de mayo es de vital importancia para el país".

Otro problema es saber si será el propio primer ministro, cuya posición en la coalición de Gobierno ha quedado muy dañada, el que guíe la coalición hasta esa fecha. Ayer, en las distintas comparecencias de los líderes del centro-izquierda, todos coincidieron en señalar al primer ministro D'Alema, sin nombrarlo directamente, como el responsable de la derrota en unas elecciones administrativas en las que, en realidad, el Ejecutivo no se jugaba nada. "D'Alema se ha expuesto demasiado", era la frase general, que hace referencia a la implicación personal del primer ministro en una campaña venenosa, en la que recogió el guante del duelo que le lanzó Berlusconi.

"Se han cometido dos errores: politizar la campaña e intentar una alianza con los radicales", señaló el secretario general del Partido Popular Italiano, Pierluigi Castagnetti. En lo que respecta al último error, el juicio de los socios de D'Alema parecía unánime. Desde el ex alcalde de Venecia, Massimo Cacciari, miembro del partido que fundara Romano Prodi en 1998, hasta la candidata a la presidencia del Piamonte del centro-izquierda, la ministra de Solidaridad Social, Livia Turco, han acusado a D'Alema de haberles dejado contra las cuerdas con su inesperado llamamiento de colaboración a Emma Bonino, a cuatro días de la cita electoral. Un error descomunal si se considera que la líder radical ha planteado un referéndum para solicitar la libertad de despido y es detestada por los sectores sindicales de izquierda.

Pero si el Gobierno vivió ayer una jornada agónica, la oposición tuvo su día triunfal. Berlusconi, el gran vencedor de las elecciones sin necesidad de presentar su candidatura, compareció exultante en Milán para recordarle al Ejecutivo que ésta es la "tercera vez que los italianos le demuestran en las urnas que no representa a la mayoría".

Silvio Berlusconi se refería, en primer lugar, a la caída del Gobierno de Romano Prodi, en octubre de 1998, que se resolvió con un cambio de líder en el centro-izquierda, y a la derrota en las europeas de 1999.

Dar la soberanía al pueblo

Más rotundo fue el otro líder del Polo, Gianfranco Fini. "Ha llegado el momento de devolverle la soberanía al pueblo. Cada día de más que pase D'Alema en el Gobierno es un insulto a la soberanía del pueblo", declaró Fini, subrayando la inevitabilidad de unas elecciones presidenciales anticipadas, algo que reclamó el presidente de la Liga Norte, Umberto Bossi.

"La tecnocracia ha sido siempre la opción de la partidos. Es preciso evitar que nos invada la política y dejar que sea el pueblo quien elija", explicó el líder ex separatista, que ya llevó a Berlusconi al poder en 1994 para derribarlo un año después.

Unas elecciones anticipadas significarían la desconvocatoria del referéndum electoral del 21 de mayo, algo que, en realidad, ven con buenos ojos muchos de los partidos del centro-izquierda y algunos de los que integran el centro-derecha. En realidad, el referéndum se celebró ya una vez la primavera pasada, pero no hubo el suficiente quórum como para que su resultado, favorable a una ley electoral más mayoritaria, fuera aplicado.

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