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El heredero de Mas Canosa

Cuando el caso Elián se acabe, probablemente la ciudad de Miami se perciba en el resto del mundo como un centro de intolerancia, cuando en realidad los que gritan son un pequeño porcentaje de la población general, de más de dos millones, e incluso de la cubana, que se acerca a los 800.000.Pero lo que está en juego es el poder de un grupo de exiliados radicales que durante casi dos décadas han amasado fortuna e influencia en el Congreso y la Casa Blanca.

Después de la muerte de Jorge Más Canosa en 1997, presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana, el liderazgo del exilio se quedó vacante. Su hijo, Jorge Más Santos lo sustituyó al mando de esa nave, pero no ha logrado demostrar la astucia de su padre, del que una palabra suya bastaba para movilizar a los cubanos.

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La batalla para impedir la devolución de Elián, que Más Santos ha patrocinado personalmente desde el principio, es una prueba de fuego. Por eso se precipitó a gestionar un acuerdo a mediados de semana para que las familias se reunieran. Convocó inesperadamente una conferencia de prensa en Washington a las once de la noche. Nadie sabía de qué se trataba. Todos se quedaron con la boca abierta cuando dijo que lo que parecía imposible lo había logrado.

El éxito no llegó a la madrugada. Lázaro González desmintió ante los micrófonos que él hubiera aceptado reunirse con su sobrino y el padre de Elián en Washington "porque querían que entregara la custodia del niño". "Y yo no traiciono a Elián", dijo. Ante semejante fiasco, Más Santos volvió a convocar a la prensa para echarle la culpa al Gobierno y al abogado de Juan Miguel por haber cambiado el acuerdo original.

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